CAPITULO 21

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Petyr se estacionó frente al domicilio de Alice, y desde la comodidad de su auto observó por unos minutos la bella fachada. Aquella era la casa que Anna Crow había comparado alguna vez con una casa de muñecas, un lindo hogar para una linda mujer. En ese lugar pasó su primera noche con ella, y aunque ahí le había confesado su indiscreción con la misma Anna, esa casa en realidad guardaba bellos recuerdos. Por un momento Petyr pensó en Alice y en Victoria, pensó en las cosas que Victoria le hacía sentir y en toda la bondad que había en Alice, pensó y se cuestionó si valía la pena traicionarla de aquel modo, y aunque en el fondo él ya sabía la respuesta a esa pregunta, simplemente no podía dejar de hacérsela.

—La rubia o la pelirroja, amigo. En eso se reduce todo —Petyr empezó a hablar consigo mismo de nuevo.

—Es más que eso y lo sabes —se respondió con desdén.

—La rubia es perfección y la pelirroja es pasión, ¿qué hay más aparte de eso? —dijo la otra voz cínicamente.

—Alice es la mujer que cualquier hombre sensato desea a su lado.

—Pues te has respondido solo, pequeño Petyr, la rubia no es para ti, tú no eres nada sensato.

—¡Lo soy! Soy un médico psiquiatra, trabajo para una gran institución, ayudo personas, los pacientes tienen fe en mí. ¡Claro que soy sensato!

—Pequeño Petyr, ¿quién te preguntó por tu profesión? Hablábamos de sensatez. Sé honesto conmigo y admítelo, la rubia no es para ti, solo la decepcionarías y con los años su vida sería triste, sería un vaso medio vacío.

—¿Sabes qué? Continuemos esta conversación en casa.

—Bueno, al menos ya estas más dispuesto a hablar conmigo.

Petyr hizo un ademan de enfado y bajó de su auto, se alisó la camisa e inhaló y exhaló un par de veces antes de emprender el pequeño camino de la acera hasta la puerta de la entrada de Alice, donde tocó el timbre. De inmediato se escucharon los sonoros pasos de Alice al acercarse a la puerta, para luego abrirla.

—¡Petyr! ¿Pasó algo? ¿Qué haces aquí?

Alice aún estaba usando el mismo vestido que en el restaurante, solo que ya se había deshecho el peinado y se había quitado los zapatos.

—¿Puedo pasar?

—Claro.

Petyr tomó aire antes de empezar a hablar, mientras se dirigían a la pequeña sala donde ambos se sentaron lado a lado.

—Alice, ¿por qué cubres al doctor Torrence?

—¿Cubrirlo? No sé a qué te refieres...

—¡Alice, no me mientas! Él no estaba ocupado este día en absoluto, y tú sabías que yo no estaba al tanto de las visitas de la señora Rice. ¿Por qué lo cubres?

—¿Me estás interrogando? —dijo un poco alterada Alice poniéndose de pie y dándole la espalda a Petyr.

—¡Solo responde! ¿Qué hay ahí? ¿Qué esconden la señora Rice y David? ¿Qué es lo que tú me estás escondiendo?

—¡Todo es por Victoria, tu paciente estrella! ¡¿Cierto?! —dijo Alice molesta, era la primera vez que Petyr la veía actuar de aquella manera, pero en ese momento no tenía intenciones de recapacitar en ello.

—¡¡Es por mi trabajo, Alice!! ¡¡David y esa mujer están interfiriendo en mi trabajo!! —contestó Petyr perdiendo los estribos y alzando la voz de la misma manera que Alice lo había hecho.

—Petyr, limítate a tus terapias, trabaja con lo que tienes, no me preguntes cosas que no puedo contestar —exigió Alice volviéndose hacia Petyr, pero sin regresar a su lado.

InsanityDonde viven las historias. Descúbrelo ahora