La oscuridad lo rodeaba, apenas podía ver sus propias manos, no se atrevía a dar ni un paso, no sabía ni siquiera dónde estaba parado. Entonces escuchó que alguien lo llamaba.
—Hey, heey doctor... ¿Qué hace ahí abajo?
La voz provenía de arriba, de muchos metros hacia arriba. Poco a poco la vista de Petyr se comenzó a afinar y a habituarse a la oscuridad, vio que estaba dentro de un profundo pozo seco, y el que le hablaba a muchos metros de distancia, muy por encima de su cabeza, era aquel hombre que siempre se negaba a darle la cara, el hombre del torso desnudo.
Esta vez el hombre lo estaba viendo de frente, si así se le podía llamar a aquello, ya que la distancia entre ellos era mucha, y el hombre tenía unos risos ligeramente largos que le ensombrecían el rostro al asomarse dentro del pozo donde Petyr se encontraba, cosa que no le facilitaba para nada la visión.
—¡¿Podrías ayudarme a salir?! —preguntó en un grito Petyr para hacerse oír.
—¡Podría ayudarlo a muchas cosas, doctor, pero temo que si me acerco demasiado, usted se asuste y llame a Eva! —respondió el hombre gritando hacia dentro del pozo que aprisionaba Petyr.
—¡Ya te he dicho que yo nunca la he llamado! ¡Ayúdame por favor! —gritó casi desesperado.
—¡Está bien! —contestó después de un inquietante silencio el hombre de rostro aún desconocido—. ¡Pero si llamas a Eva te soltaré!
De inmediato dejó caer una gruesa soga dentro del pozo. Petyr se aferró a ella y, segundos después, a una velocidad demasiado rápida y constante, como jalado por una máquina de poleas y no por un hombre, fue saliendo del agujero en el que estaba.
Al estar a pocos metros de la superficie empezó a ver con más claridad el rostro de quien lo ayudaba. La oscuridad se disipaba, una luna plateada le regalaba ahora su esplendorosa luz, las facciones de su liberador le eran reveladas y al darle la mano para salir por completo del pozo se dio cuenta de que era un hombre demasiado parecido a él, no idéntico, pero sí muy parecido. Sacó primero el torso, luego una pierna y, apoyándose en aquel misterioso hombre para no caer, sacó lo que restaba de su cuerpo.
Estando ya de pie frente a aquel que podría haber sido casi su gemelo y examinándolo se dio cuenta de varias diferencias. Petyr lo miraba con cierto descaro y el otro se lo permitía y solo se limitaba a sonreír ligeramente. Ambos median casi lo mismo, si acaso, Petyr era un poco más bajo; aquel hombre tenía el cabello ligeramente más claro y un poco más largo; sus ojos eran verdes, pero un verde ambarino oscuro, un verde muy distinto al suyo; y algunos detalles más en su mandíbula y en sus labios los diferenciaban. Petyr y aquel hombre podrían haber pasado por hermanos.
—¿Quién eres? —preguntó por fin y con incómoda curiosidad.
—¿Estás listo para saberlo? ¿De verdad lo estás? —preguntó aquel hombre con un dejo de advertencia.
—¡Dímelo, ya he visto tu rostro, ahora quiero saber tu nombre! —profirió molesto por aquel aparente secreto.
—¡Soy parte de ti! ¿En serio necesitas que yo te lo diga?
—¡Yo no te había visto nunca antes! —declaró Petyr ansioso.
—Pequeño Petyr... eso me entristece tanto... derrumba esas barreras de una vez por todas. ¡Si no estás sano tú, no podrás sanar a nadie más! ¡Recuerda, pequeño Petyr, recuerda!
A lo lejos se oía un aleteo, un sonido fuerte y poderoso, unas alas rompían el silencio con su enérgico y apurado movimiento. Ambos, Petyr y su extraño doble miraron al cielo. La mujer alada volaba a toda velocidad hacia ellos.
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Insanity
غموض / إثارةLa mente humana es un enigma perfecto; así como guarda recuerdos felices, suprime y oculta los que nos dañan. Petyr Northman es un doctor especializado en psiquiatría que busca nuevos horizontes viajando a Essex, Vermont. En esta pequeña ciudad comi...