CAPITULO 31

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INVIERNO DE 1987.

El invierno hacía que los días fueran más cortos y las noches llegaran más aprisa, cosa que no le agradaba mucho a los niños de aquel vecindario en Harrisonburg, entre ellos al pequeño Petyr Northman, el cual amaba jugar béisbol en la calle frente a su casa después de clases. Su hermano mayor, Clayton, los "entrenaba" por decirlo de alguna manera, ya que nunca competían con nadie, solo les gustaba jugar hasta que las madres de todos salían a los patios a llamarles a cenar.

Clayton Northman adoraba a su hermano pequeño, lo quería más que a nada en el mundo, cuando supo que tendría un hermanito se sintió tan feliz que hasta hizo una planificación de las cosas que le enseñaría y le mostraría. Cuando Petyr nació Clayton tenía ocho años, y al morir estaba por cumplir veinte.

Aquella tarde invernal, Petyr estaba un poco molesto porque aquellos guantes tan gruesos que su madre le obligaba a usar no lo dejaban tener un buen agarre del bate, el gorro con orejeras le limitaba la visión y la gruesa bufanda le estorbaba para correr.

—¡¡Iton!! —gritó impaciente el pequeño Petyr Northman, quien entonces contaba tan solo con once años de edad, con aquella voz un poco irritante que tienen los niños antes de empezar su camino a la pubertad—. ¡¡Deja que aunque sea me quite los guantes, no puedo batear así!!

Clayton estaba abrazando a una linda chica de cintura pequeña y pechos grandes, le hablaba muy de cerca pero sin verla a los ojos exactamente. A Petyr esto le daba gracia y rabia a la vez, sabía que su hermano se escaparía en la noche para ir a hacer "cosas" con esa chica, y él pensaba que cuando fuera mayor su hermano le enseñaría a ser un conquistador también; pero al mismo tiempo estaba molesto porque, por estar besando y tocando a ratos el trasero de esa chica, no le ponía atención ni al juego ni a él.

—¡¡Pequeño Petyr, si te quitas esos guantes de esquimal, mamá nos regañará a ambos!! ¡Tú sigue bateando de todos modos, ni que fueras Babe Ruth! —Clayton estaba a punto de volver a los labios de su chica, cuando regresó su mirada a su hermano—. ¡Y deja de decirme Iton en público!

Clayton siempre se quejaba de que su hermano le llamara Iton, pero en realidad le agradaba. Cuando Petyr estaba por comenzar a hablar, insistió tanto en que la primera palabra de su hermano fuera su nombre que pasó semanas repitiéndolo frente al pequeño, y lo único que logró decir fue "Iton". De ahí en adelante fue llamado de esa manera por su hermanito, y a pesar de que no había podido decir su nombre, ni completo ni correctamente, este estaba satisfecho y feliz.

En ese momento las madres de los niños que jugaban béisbol en la calle empezaron a salir de sus casas a llamar a sus hijos para la cena, la primera fue la vecina de al lado, la señora Heaven, y a ella le siguieron las demás.

—¡Pequeño Petyr! —llamó Clayton a su hermano con un movimiento de la mano y con la otra aún sosteniendo la cintura de la chica—. Ve a la casa, ya casi todos se fueron. Mamá debe estar muy entretenida con la cena y no se ha dado cuenta de que aún estamos afuera, ayúdala con la mesa, yo voy enseguida.

Petyr sabía que "enseguida" significaba "Estaré con esta chica hasta que de veras tenga que entrar", pero él siempre que podía cubría a su hermano y siempre lo obedecía. Después de todo, a sus ojos Clayton era el mejor hermano del mundo.

Clayton se echaba la culpa de las travesuras de Petyr o de las cosas que llegaba a romper por jugar dentro de la casa, firmaba en nombre de su padre los avisos de mal comportamiento, los cuales aunque no fueran frecuentes lo asustaban mucho. Él evitaba que su hermano tuviera roces con su padre, ya que sabía que él era el favorito por ser un poco altanero y siempre estar con chicas distintas, el señor Northman pensaba que eso era lo correcto y lo normal para un hijo suyo, y por lo tanto se notaba su desprecio (o quizá decepción) hacia su hijo menor por no ser tan fuerte o rudo. A Clayton eso le parecía una estupidez, su hermanito era perfecto tal como era, un niño muy normal de once años, pero su padre era solo un gorila de carga e ignorante. Alguna vez el mayor de los hermanos escuchó a su padre decirle a sus amigos que haberle puesto a su hijo menor el nombre de su padre había sido un desperdicio, ya que todos los Northman eran hombres en toda la extensión de la palabra, no ratitas de escuela, como solía llamar a Petyr, solo por el hecho de darle gusto a su madre al llevar buenas notas a casa.

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