Pasaron rápidos los minutos, Petyr comenzó a escribir los detalles del sueño de su paciente a una velocidad increíble mientras dudaba si al releer sus anotaciones podría comprenderlas. Victoria hablaba apenada, pero con una voz firme, como siempre...
—Esa noche estaba lloviendo, parecía que un nuevo diluvio universal estaba azotando, no sabía dónde me encontraba, ni hacia dónde ir. Estaba descalza, mis pies estaban entumecidos y al pisar me dolían, solo tenía puesto un camisón, sentía como el frío llenaba mis pulmones y como se me helaban los huesos. Vi un pequeño pórtico con una luz encendida y sin pensarlo fui a refugiarme ahí, mientras pensaba en que hacer o a dónde dirigirme. Después de unos minutos que me parecieron eternos por el frío, salió un hombre de la casa.
»—¿Pero qué haces ahí? ¿Quién eres? —me preguntó el hombre asombrado y yo le respondí con la voz entrecortada por el frío que me hacía tiritar.
»—Me... me llamo Victoria...
»—¡Pasa, entra! ¡Rápido! Está helando afuera. ¡Te congelarás!
»Rápidamente me guio hasta la sala donde la chimenea estaba encendida, toda la casa se sentía cálida y las pequeñas lámparas amarillentas daban una luz acogedora pero algo mortecina. Aquel hombre me dejó sentada cerca del fuego y se retiró por unos minutos, cuando regresó traía varias toallas en las manos y me dijo:
»—Levántate, te ayudaré a secarte...
»Despacio me ayudó a levantarme, tomó mi cabello y lo secó con paciencia, pasó otra toalla seca por mis hombros. Viéndome a los ojos y sin desviarse a nada más, bajó los delgados tirantes de mi camisón y lo dejó caer al suelo, secó mis brazos, se puso de rodillas frente a mí y secó mi vientre, mis caderas y mis piernas, todo eso pasando la toalla muy despacio por toda mi piel. Por un momento sentí como sus dedos también me rozaban, pero no pronuncié ni una palabra para detenerlo. Estando ahí aun de rodillas ante mí, dejó la toalla en el piso, volteó hacia arriba y me miró, fue como si en silencio pidiera permiso para tocarme, un permiso que igualmente en silencio le concedí.
»Despacio pero con seguridad, acarició mis piernas desde los tobillos hasta los muslos, besó los costados de mi cadera y muy despacio retiró mi única prenda interior, rozando con sus húmedos labios lo que había debajo de ella, pero sin ir más allá, para después ponerse en pie otra vez.
»—Victoria... eres justo lo que necesitaba esta noche... —me dijo en un agitado susurro, que apenas escuché, porque su boca estaba casi pegada a la mía, y su aliento era tan cálido que resultaba embriagador.
»Me rodeó con sus brazos, con sus varoniles manos acarició mi espalda desnuda hasta detenerlas en lo más alto de mis glúteos y entonces me besó, me besó con una pasión inexplicable, jamás había sentido tanto fuego en un solo beso. Su lengua masajeaba la mía con un candor que me hacía olvidar que el mundo entero existía. Me dejé llevar por el momento, no me importó que ese hombre de endiablados ojos verdes fuera un total desconocido, ni siquiera su nombre conocía, pero estaba conociendo su calor, un calor que rápidamente sacaba el frío de mi cuerpo para poner mi sangre a hervir.
»Me tendió sobre el amplio sillón y frente a mí se despojó de su ropa, para así quedar tan desnudo como yo y dejar caer su peso sobre mi cuerpo. De nuevo su lengua invadió mi boca, sentí como su virilidad se endurecía y reclamaba mi intimidad. Bajó por mi cuello y sus labios en mi piel me hacían estremecer, sentí su lengua como recorría mis pechos, sentí como jugaba con mis pezones dejándolos húmedos con su saliva y a mí terriblemente excitada, casi al punto de la locura. Todo mi cuerpo le pertenecía ahora, y él lo sabía. Él desencadenaba explosiones de lujuria por todo mi ser.
»—Espera... —le pedí en un único segundo de sensatez.
»—¿Quieres que me detenga? —me preguntó preocupado en medio de su agitación.
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Insanity
Mystery / ThrillerLa mente humana es un enigma perfecto; así como guarda recuerdos felices, suprime y oculta los que nos dañan. Petyr Northman es un doctor especializado en psiquiatría que busca nuevos horizontes viajando a Essex, Vermont. En esta pequeña ciudad comi...