Ella, solo quería ser su amiga. Sin saberlo, se había convertido en el centro de sus pensamientos, en su razón para contener explosiones internas y externas. Cada gesto suyo, cada intento por acercarse a él, lo hacía caer más profundo, hasta perders...
¡Ay! Esta imagen no sigue nuestras pautas de contenido. Para continuar la publicación, intente quitarla o subir otra.
THE SOUND OF YOUR SOUL el sonido de tu alma 𓇢𓆸 ━━━━━━━━━━━━━━━━━━━━━━━━━━
¡Ay! Esta imagen no sigue nuestras pautas de contenido. Para continuar la publicación, intente quitarla o subir otra.
Querer.
━━━━━━━━━━━━━━━━━━━━━━━━━━
La noche está tranquila, demasiado tranquila. Como si el mundo entero hubiera decidido hacer una pausa. Solo el susurro de la brisa y el sonido lejano de los grillos rompen el silencio. Y ella... ella me observa.
Sus ojos, enormes y brillantes, parecen atravesarme, como si pudieran leer todo lo que estoy pensando. Y me pone incómodo. ¿Por qué? Porque no sé qué está pasando entre nosotros, y eso me molesta.
¿Qué demonios estoy haciendo? Yo soy Bakugo Katsuki, no soy de esos tipos que se ponen nerviosos. Pero con ella... todo es diferente. Todo lo que hace me saca de mi zona de confort. Como si estuviera caminando sobre un campo minado, esperando el momento en que todo explote.
Mis ojos viajan automáticamente a sus implantes cocleares. Sé lo importantes que son para ella, pero lo que más me llama la atención es cómo los lleva con tanta naturalidad, como si fueran una extensión de su cuerpo. Es admirable, aunque sé que jamás se lo diría.
—¿Bakugo? —susurra, su voz apenas audible, pero me llega como si fuera un grito.
Su voz es suave, delicada, como si cada palabra que saliera de su boca fuera una melodía. La escucho con atención, como si mi vida dependiera de ello, porque... bueno, se siente como si lo hiciera.
—¿Qué? —respondo, quizá demasiado brusco. No es que quiera sonar así, pero no sé cómo manejar esto. Nunca he sido bueno en nada que tenga que ver con sentimientos, y sé que no seré mejor cuando se trata de ella.
El aire está cargado, y no solo porque la noche sea húmeda. Es ella. Sumire. Mis manos todavía descansan en su cintura, como si soltarlas fuera una condena. Su cuerpo tiembla ligeramente bajo mi toque, o tal vez soy yo quien tiembla. No estoy seguro.
