Capitulo veintiuno: "La reconciliación"

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Derek se estacionó en frente de la casa de Brandon. Aguante una respiración y acumulando fuerzas para poder bajarme del auto y poder tocar esa puerta. Derek me miró por unos breves segundos. Después de la charla, me acordé de lo noche que era y de Brandon, sobre todo lo molesto que estaba conmigo. Así que me despedí de todos, Derek se ofreció a llevarme aunque no parecía feliz en hacerlo, al parecer, tampoco era de su agrado Brandon.

—No deberías hacerlo —comentó mirándome bajo la oscuridad. Sus ojos verdes eran tan brillantes bajo esos anteojos.

—No me habías dicho que usabas gafas —dije.

Él rodó los ojos.

—Tengo un problema de vista con mi ojo izquierdo. Así que solo por ese ojo, necesito usar anteojos.

Lo miré sorprendida.

—Así que le dije a mi oftalmólogo si podía usar un lente de contacto —prosiguió contándome—cuando estaba a punto de comprar un par de lentes de contacto normales, me di cuenta que también habían de colores. Así que compre un par de azules, le pusieron la graduación a cada uno y ya utilizo la lentilla para evitarme la pena de usar mis anteojos.

Sonreí.

—Así que, ¿en realidad usas eso por tu vista y no por querer  llamar la atención?

Derek resopló, pero luego asintió.

—Vaya... —reí para mí misma—¿Cuántos secretos más faltan por revelar a la luz?

—Hasta el día de mi muerte, créeme —Derek le quitó el seguro a las puerta del copiloto—ya puedes ir a contentarte con Brandon y tener todo el sexo que quieran.

Miré indignada a Derek.

—No me digas eso otra vez —dije.

Derek sonrió y asintió. Abrí la puerta del auto y la cerré. Antes de irme, me acerque a la ventanilla, él bajó el cristal y me miró.

—¿Todo bien entre nosotros? —dije.

Él asintió.

—De maravilla.

Me alejé un poco, sonriendo.

—Mañana llegaré a tu casa —anunció—así que asegúrate que tu noviecito ni se pasee por ahí.

Y sin dejarme responder, se alejó a toda velocidad. Me giré, mirando directamente la casa de Brandon. Eran las 7 de la noche y la parte de afuera estaba iluminada, así que me acerqué y toqué. Esperé unos minutos, meciéndome de un lado a otro y jugando con las  palmas de mis manos. La puerta se abrió. Me encontré a una pequeña con coletas y una sonrisa enorme. En cuanto me vió, me abrazó y emitió pequeños grititos.

—¡Sam! —exclamó.

—¿Ellie? —pregunté. Ella asintió—¡Wow! Que hermosa estas.

Ella sonrió.

—Oye, ¿de casualidad está tu hermano? —pregunté directamente.

Ella asintió.

—Sí, pero está molesto. De ese rato llegó y se metió a su cuarto a escuchar música a todo volumen. ¿La escuchas?

Asentí. La música de Brandon resonaba en todo el lugar.

—¿Crees que pueda pasar a verlo? —volví a preguntar, con una sonrisa nerviosa.

Ellie asintió con una sonrisilla.

—Sí, por supuesto. Sube las escaleras, y en el pasillo de la izquierda. Su cuarto es la primera puerta.

¿Hacemos un cambio? |Sin editar.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora