Capítulo diez: "Seré tu amigo"

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La alarmaba sonaba, me levanté sin ninguna gana, las piernas se sentían pesadas y la mirada borrosa, tenía mucho sueño. Salí a pasillo, acercándome a la habitación de mi hermano. No había nadie. ¿Esto era en serio? Gruñí y fui de nuevo a mi cuarto, buscando entre mis cosas el celular. Busque entre mis contactos, hasta encontrar “El Amor de tu vida;)” oh, vaya nombre. Teclee y lo llame. Contestó al tercer tono.

—¿Eh? —escuche una voz adormitada al otro lado de la llamada.

—¿Derek? —respondí algo inquieta.

Depende, ¿Quién eres y que quieres? —Su voz sonaba cansada.

Qué genio el suyo.

—Soy Samantha. Lo siento por hablar tan temprano pero Max no está y quería saber si podrías pasar por mí.

Ajá…

— ¿Puedes? No quiero molestarte.

Ah, claro. Si gustas, puedo llevarte el desayuno y todo, eh.

—No me hace gracia tus comentarios, de todos modos gracias y lo siento si te desperté.

Ya, no te amargues, está bien, llego en media hora.

—Buenos días —dije.

¿Hasta ahorita me lo dices? Vaya, que amable. Gracias.

—Déjame ser. Y bien, ¿sabes dónde vivo?

Nop.

—¿Tienes mi dirección?

Nop.

—¿Te la mando por mensaje?

Sip.

—¿Solo dirás eso? —solté una risa.

Tengo sueño, no estoy mentalmente activo y tampoco acostumbrado que me despierten.

—Vale, ya te mando la dirección. Vete levantando ya —le ordené.

Haré el intento. Te veo en un rato, mandona.

Y colgó.

Oh dios mío, ¿Qué acababa de hacer? Baje a una velocidad impresionante. Esperen. ¡Ni siquiera me había bañado! Volví a subir, entrando al baño y dándome una ducha, a los minutos salí, busque lo más cómodo. Lo menos que quería era usar ropa ajustada y que me acalorara. Antes de bajar, pase frente al cuarto de mi madre, ella si se encontraba, dormía profundo, la observe unos minutos más y cerré la puerta con sumo cuidado. Me preguntaba a donde había ido Max, o ¿no había vuelto a casa? ¿Debía llamarlo? ¿Preguntarle donde se encontraba? A pesar de nuestra discusión, seguía siendo mi hermano. Busque mi celular y lo llamé. No hubo respuesta. Volví a hacerlo. Nada. Desesperada, baje las escaleras, dirigiéndome directamente a la cocina. Tenía mucha hambre, me había dormido sin cenar. Me preparé un té y unos sándwiches que preparé con queso fundido y jamón. Derek no tardaría en llegar, y estaba muy nerviosa. ¿Por qué entraba rápido en confianza con las personas?

Derek

La llamada de Samantha me había dejado atónito. ¿Esa chica me había pedido que la fuera a traer y la llevará a la escuela? ¿Ya éramos amigos? Ni siquiera la conocía lo suficiente,  solo había sido amable con ella, porque la estaba pasando mal. Y cuando se arrojó a mis brazos llorando, una parte de mí me decía que la empujara a un lado, pero terminé abrazándola con torpeza y tratando de consolarla. Pobre, en cierta parte daba lastima y tristeza, cuando le había dicho lo preocupado que me encontraba por ella, podría jurar que los ojos se le salían de la cara. ¿Tanta felicidad le causaba esas palabras?

¿Hacemos un cambio? |Sin editar.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora