Capítulo doce: "Nada de romances"

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El regreso a casa fue bastante divertido. Derek fue tarareando cada canción que pasaba en la radio, y digamos que no lo hacía nada mal. No tardamos mucho, de hecho sentí corto el viaje. Al llegar a casa, sentí un nudo horrible en la garganta. Derek  me miraba preocupado, en cambio yo, solo tenía fija la mirada sobre el auto de mi hermano, estacionado frente a la casa. Voltee a verlo, él me sonreía triste.

—¿Puedo quedarme en tu casa? —pregunté.

Derek parpadeó.

—No.

—Por favor.

—Que no.

—Vamos, por favor Derek —insistí.

—Mi última respuesta: NO.

Suspiré.

—No quiero entrar, no será bueno.

Derek me dio un breve apretón de manos.

—Tienen que arreglar las cosas, así que, todo estará bien. Vamos, baja del auto.

—Mi instinto dice que me estas corriendo de tu auto. —Pregunté enarcando una ceja.

—Pues sí, te estoy corriendo. Quiero ir a dormir a mi departamento y tú no me dejas. —Contestó.

Reímos.

—Gracias por todo. —Dije.

—No es nada, pero ya no intentes escaparte de la escuela, ¿trato?

—Créeme, ya no lo haré.

—Eso espero —sonrió—. Listo, fuera de mi auto.

Rodé los ojos saliendo del auto, cerré con fuerza la puerta y le sonreí con nerviosismo. El me devolvió la sonrisa con guiño. Por unos momentos, quede noqueada, estaban tan tranquilo. Retrocedí y camine hacia la puerta, sin antes darme vuelta y despedirme con la mano. Él sonrió y solo vi cómo se alejaba en su auto. Tomé aire, abrí la puerta de mi casa con las manos temblorosas, estaba demasiado nerviosa. La puerta rechinó y escuche el sonido en todo el lugar, asomé mi cabeza, por si las dudas de encontrar a un Maximiliano con cara de pocos amigos, tendría la opción de salir huyendo del lugar. Pero, no encontré a nadie. Entre con cuidado, ni la sombra de mi madre pude visualizar. Suspiré y subí las escaleras con cansancio, solo estaba paranoica por nada. Por el pasillo, encontré una maleta, ¿qué…? Levanté la vista al ver la puerta del cuarto de mi hermano abrirse, Max traía consigo una mochila. Su cabello le caía por la cara, ya lo tenía bastante largo. Al levantar la vista y verme frente a él, se puso de una postura más seria. Hicimos contacto visual. Con tan solo mirarme, sentí ganas de llorar. No recordaba, el último día que peleamos, salvo este. Dejo caer su mochila junto a la otra sin apartar la mirada sobre mí.

—No te vi en la escuela —dijo con voz ronca.

—No asistí a mis demás clases —respondí, limpiándome las lágrimas que ya caían por mis mejillas.

Me examinó con la mirada.

—Te fuiste con Derek. —Pronunció entre dientes.

—Él no me obligó a nada —dije, él levantó la mirada—, por si te preguntabas.

—No me interesa si te obligo a algo o no, te largaste con él de la escuela y… —comenzó a subir el tono de voz— ¿sabes algo? Olvídalo.

—Max…

—Ya estoy cansado Samantha, y ya no me necesitas. Creo que ya estas lo suficiente grande para tomar decisiones por ti misma.

—Creo que siempre lo he hecho, ¿no?

¿Hacemos un cambio? |Sin editar.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora