Capítulo dieciséis: "Ayudaremos"

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Samantha

Derek miraba dormir a Max en el sillón de la sala principal. Yo buscaba en la cocina algo que comer, ya que él me había exigido comida.

—Parece que está muerto —comentó Derek.

Le lancé una mirada desde la cocina.

—Déjalo dormir.

—¿Dormir? Eso es caer en coma —protestó.

Rodee los ojos.

—Solo tiene el sueño profundo.

Derek rió en seco.

—Aparte, ronca demasiado.

—Vale, entendido —dije distraída—. Ahora, déjalo.

Pero antes de que Derek respondiera, Max comenzó a levantarse. Sus ojos estaban entrecerrados y adormitados. Me lanzó una mirada a mí y luego a Derek. Finalmente arrugó la nariz.

—Vaya, hasta que alguien decidió levantarse. —habló Derek.

Max se sentó sobre el sillón, con los ojos aun somnolientos.

—¿Por qué mierdas hacen mucho ruido? —exigió saber—¿Y tú qué haces aquí, Derek? ¿Acaso no tienes casa?

—Por supuesto que la tengo, Max. Pero me aburro y estoy muy solito.

Max parecía realmente molesto. Odiaba que lo despertaran. Luego, su mirada estaba sobre mí.

—¿Y qué hay de ti? —Preguntó—¿Cómo te fue en tu cita?

Esta vez fue Derek quien me lanzó una mirada sorprendida y curiosa.

—¿Cita? —Repitió él—Wow, ¿con quién?

—Con un hombre de verdad —murmuró Max con una sonrisa socarrona—no como tú, pedazo de basura.

Derek ni siquiera se inmuto. Parecía acostumbrado.

—Cálmate galán de telenovela, yo también quiero saber.

Apreté los labios para no reír. Estos 2 juntos eran todo un caos.

—¿Cómo me llamaste? —reclamó mi hermano.

Derek parecía divertirse cada vez más.

—Por lo visto el problema de sordera viene de familia, siempre quieren que se les repita dos veces las cosas

—Oh, cállate Derek. ¿Y por qué eso lo de galán…? —cuestionó Max.

—Olvídalo —contesto Derek.

Me causaba gracia ver a mi hermano y Derek peleando. Bueno, en el buen sentido. Ellos podrían ser amigos y de los buenos, pero por alguna razón no lo eran. Sabía que mantenían un vínculo especial y… extraño. A Derek le gustaba molestarlo y a Max responderle sus comentarios sarcásticos. Ambos eran parecidos. Ambos eran igual de infantiles.

¡Y no olvides lo estúpido!

No pude evitar soltar una risa.

—¿Y tú de que te ríes? —preguntó Derek.

Negué rápidamente con las manos, disminuyendo mis risas.

—Bueno, yo iré a mi cuarto a seguir durmiendo, —anunció mi hermano—quiero evitar a los idiotas que se encuentran cerca de mí.

—Vaya, me da gusto que reconozcas tus propios defectos.

—Guarda silencio, ojos de colores. —Y con eso, Max se puso de pie, levantándose del sofá y subiendo las escaleras, aunque a distancia tenía una sonrisa en rostro… o quizá estuviera planeando algún tipo de venganza.

¿Hacemos un cambio? |Sin editar.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora