Capítulo veinticinco: "Me siento sucia"

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La presión de los labios de Dylan contra los míos me congeló, así de literal. Mi cuerpo no reaccionó, no emití ningún sonido, ni siquiera moví ningún músculo. Sus labios eran muy suaves y la forma en que me besaba, con dulzura, con temor. Y por unos segundos, mis labios se movieron con los suyos. Dylan se acercó a mí y los presionó con más fuerza, mi respiración se agitó y me pecho subía y bajaba. Pero sabía que lo que estaba haciendo estaba mal. Tenía un novio y tenía que respetar mi relación, pero una parte de mí se negaba a apartarse de él.

—Wow... —se escuchó un susurro tan cerca de nosotros.

Me aparté de inmediato, abochornada. Axel estaba de pie, observándonos con ambas cejas alzadas. Dylan ni siquiera lo miraba. Mis manos cubrían mis labios, los cuales por alguna razón me ardían.

El ardor del pecado.

—Lo mejor será que me retire —dije en voz baja, mirando hacia la entrada.

—Puedo llevarte a tu casa —se ofreció Dylan, con las mejillas ligeramente sonrojadas.

—No será eso necesario —respondí de inmediato.

—Yo digo que sí, a esta hora ya asaltan —dijo Axel, apagando su consola—Así que deja que mi hermano te lleve.

Tanto Dylan como yo lo observamos incrédulos.

—Lo que viste... —comenzó su gemelo.

—Yo no vi nada —Axel levantó algunas cosas y se dirigió a la salida—así que deja que mi hermano te lleve, Sammy —me vio unos segundos y me guiñó el ojo antes de salir.

Qué

Dylan atravesó el cuarto, con la espalda rígida y el cuerpo tenso.

—Te veo abajo... —y caminó con rapidez.

Tomé mi bolsa y lo seguí a los segundos. No había rastros de su nana, por lo que no pude despedirme de ella. Al bajar, Dylan intentaba hablar con su hermano, pero al parecer este le daba el avionazo, haciéndole señas con las manos o solamente rodando los ojos. Al verme, Dylan se volvió a poner rígido. Axel me regaló una sonrisa amistosa y se acercó a mí, besándome la mejilla y dándome un reconfortante abrazo. Mis mejillas se sonrojaron, los gemelos eran tan parecidos, por lo cual me hacía recordar lo que había pasado tan solo unos minutos.

—Ojalá vuelvas pronto, Sammy. Me dio mucho gusto que vinieras —Axel me miraba con cierta picardía, eso me hacía sentir mal conmigo misma—. Si el pendejo de Dylan hace algo, avísame, ¿sí? —y se alejó, dejándome con Dylan a solas, de nuevo...

Dylan movía sus pies con nerviosismo y sus manos en los bolsillos de sus jeans, me miraba con temor.

—-¿N-N-Nos vamos? —pregunté.

Dylan asintió con una sonrisa tímida y salió hacía donde estaba su auto. Me subí al asiento del copiloto y Dylan subió después de mí.

El transcurso del viaje fue muy silencioso. Ninguno dijo nada. Ningún sonido. Cuando nos teníamos que detener por los semáforos, sentía la mirada de Dylan sobre mí, pero nunca apartaba la mirada de la ventana.

Al llegar a mi casa, Dylan se estacionó y apagó el motor. Estaba a punto de salir, pero su manó rozó con la mía, obligándome a verlo.

—Me disculpo por lo que hice, me siento muy apenado —Dylan mordía con labios con sumo nerviosismo—sé que tienes novio y me sobrepasé, sinceramente no sé qué ocurrió...

—Lo siento, pero debo irme... —tenía que salir de ahí, me sentía tan vulnerable.

—Y lo entiendo, pero quería que supieras que nunca quise sobrepasarme contigo, espero y puedas perdonarme Sam.

¿Hacemos un cambio? |Sin editar.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora