Segunda confesión

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Brandon sostenía un cigarrillo sobre sus dientes mientras intentaba encenderlo con el encededor. Había demasiado frío pero no quería entrar a su casa aún, quería estar un poco más afuera.
La manía de fumar la tomó desde que su relación con Sam había terminado y sus problemas se le fueron juntando poco a poco. La extrañaba.
Se sentó en una banca que se encontraba a fuera de su casa mientras le daba una calada al cigarro. ¿Cómo había llegado hasta ese punto? Es decir, se sentía miserable, había noches en que lloraba y se sentía débil.
Además, se sentía solo.
Estaba pensativo y lo peor era que ni siquiera podía concentrarse en un solo pensamiento porque su cabeza estaba en un completo lío pero reconocía que él solo lo había causado.
Se mantuvo ahí un rato hasta que se encontró con una figura en la entrada de su casa que al principio no alcanzó a distinguir bien debido a que ya era noche pero después se percató quién era.
No se molestó en hacer ningún gesto por lo que siguió fumando.
Era Max.
Se acercó con una sonrisa burlona bailándole en los labios y se desplomó en la banca por lo que Brandon se alejó más.
Su presencia le había aliviado un poco pero no quería demostrarlo, no a él.

—Es chistoso como odiabas este vicio y ahora mirate —murmuró su viejo amigo, con un tono de voz burlón.

—Por eso dicen que la mejor palabra nunca se dice —respondió Brandon, sin ninguna expresión.

Max guardó silencio por un momento como si estuviera buscando que palabras decir o a lo mejor que era lo que quería decirle a su amigo.

—¿Qué pasa Brandon? —rompió el silencio, con una mirada de preocupación resaltando en la oscuridad— Has estado muy ausente, perdido, estoy preocupado. Olvida por un momento que soy hermano de tu ex novia y di algo, porque no soy adivino para saber que ocurre dentro de ti. Quiero ayudarte.

Brandon no respondió de inmediato. Dio la última calada al cigarro y lo botó al suelo mientras lo pisaba con la suela de su zapato. Max lo contemplaba pero no lo presionó, sabia que su amigo estaba nervioso o asustado.
Brandon intentó hablar pero no pudo emitir ninguna palabra ya que parecía que se había quedado sin voz

—Es complicado —dijo por fin. Pero su voz se escuchaba como cortada y Max se dio cuenta de inmediato.

—Si sabes que soy tu mejor amigo, ¿verdad? —Max intentaba que su amigo se abriera hacia él, reconocía que estaba molesto por lo que había hecho con su hermana pero igual le importaba, su amistad no podía desaparecer de la noche a la mañana— Puedes contarme lo que sea que te atormente, pero no dejes que te invada, cabrón. Dime que te ocurre.

—Fallé.

—Sí, soy consciente de eso.

Brandon negó rápidamente la cabeza.

—Max, vas a matarme por lo que diré pero creo que es hora —tomó una bocanada de aire y expresó: —Nunca amé a Sam o no al principio —su viejo amigo abrió los ojos y estaba a punto de reclamar, pero no sé lo permitió—Escuchame primero. No la quería de esa forma, Sam era como una hermana para mí. Y lo sigue siendo, pero era un capricho mío, quería ser el primero en la vida de alguien y bueno, tu hermana era una buena opción.

Max estaba en estado de shock. Sus mejillas se enrojecieron y su mandíbula estaba tensa, marcando las venas de su cuello a manera de que sobresalieran más de lo que parece.

—¡¿Qué?! ¡Pero que mierda Brandon! —se levantó de golpe de la banca y lo golpeó en su hombro izquierdo—. Creí que habías dejado esa mierda. Es mi hermana, me juraste que no serías así con ella jamás, imbécil.

Su amigo bajó la mirada. No tenía un pasado bastante lindo y correcto como aparentaba. Había sido un rompecorazones pero Sam, la hermana menor de su mejor amigo, siempre le había llamado la atención para robarle a lo que llaman "inocencia" pero de alguna forma, se detenía, porque el cariño estaba pero aveces te falla y piensas con otras cosa que con la cabeza.

—En verdad lo siento, pero no lo soporté más. Caí y no íbamos a durar tanto, pero tu hermana... —sonrió con melancolía, mirando con tristeza a Max—, es la niña más dulce que he conocido. Me llenó algo que dentro de mi estaba podrido y no quería lastirmarla, pero me di cuenta muy tarde. Ya no quería dejarla ir, más que su amigo Derek siempre estaba cerca y no sé, notaba la mirada de tu hermana en él y sabía que nunca me miraría así a mí.

—¿Entonces es culpa de mi hermana? —vociferó Max, aumentando su enojo cada vez más.

—No, por supuesto que no. Es mía. Realmente, era una apuesta conmigo mismo, un desafío. En serio, perdóname, pero me arrepiento. No tienes idea cuánto.

—Por supuesto que debes arrepentirte, Sam te quiso y de verdad. Y le destrozaste el corazón, mierda —Max se llevó las manos a la cabeza, procesando todo—. Y eres casi mi hermano, me fallaste a mí y a ella.

Brandon no respondió, porque, ¿Qué podía decir? Nada. No tenía excusa ni perdón.

—¿Ella se enteró de esto? —preguntó Max, un poco más tranquilo pero sin bajar la guardia.

Brandon negó rápidamente la cabeza.

—No, jamás —contestó—. Pero sí una persona más aparte de ti.

—¿Eh? ¿Quién?

—Derek.

—¿Qué? —euforico Max, levantó las manos al aire como si ya no esperaba algo más que le sorprendiera—. ¿Y por qué?

—Yo se lo dije —admitió su amigo, encendiendo otro cigarrillo—. Reconozco que estaba celoso de Derek pero usé eso de excusa para terminar a Sam. No quería que se ilusionara más, pero me sentí muy culpable, no podía estar bien conmigo mismo y el día del funeral del hermano de Derek fui a casa de sus padres y le conté todo.

Max estaba sin palabras. ¿Realmente seguía siendo su mejor amigo la persona que estaba delante de él? Se sentía ofendido, molesto pero asi también defraudado. No podía creerlo, no de alguien como Brandon.

—¿Acaso no te da vergüenza?

—Por supuesto que sí. Lastimé a tu hermana y si hubiera conseguido lo que planeaba no podría verlos a ambos de nuevo, jamás.

—¿No pensaste en nuestra amistad siquiera? —cuestionó Max, emitiendo dolor en su voz—. Crecimos juntos y sabías cómo es mi hermana, confíe en ti y te apoyé. Me engañaste y me usaste para tus porquerías.

—Yo quiero a Sam, siempre la he querido —Brandon se levantó, mirando de frente a su amigo, si es que podía seguir llamándolo así.

—No, eso no es querer. Pudiste destruirla si hubieras querido, lo consideraste en usarla y luego botarla. Te defendí muchas veces pero hablamos de mi hermana, no es como las otras chicas con las que hemos estado.

Brandon estaba perplejo, no había visto así a su mejor amigo desde que le había roto el control de su Xbox. Esto era más serio.

—Si de verdad la hubieras querido, ni siquiera hubieras considerado esto. —Max lo miró con desdén y se dió media vuelta—. Me largo y yo preocupándome por mí mejor amigo. Ahora no puedo ni verte a la cara.

Brandon observó a su amigo de toda la vida alejarse, y de repente, estaba solo de nuevo. Se dejó caer sobre la banca y no pudo evitar sentirse una basura, porque eso era.

—Tienes razón, no la quería —susurró para si mismo, mientras daba una calada al cigarro—. La amo y por eso, tuve que dejarla ir.

Brandon se había condenado así mismo.

—Jamás me perdonará lo que le hice a su hermana —sonrió con tristeza, pero en cierta parte, aliviado. Aunque, ¿Debía decirselo a ella? Recordaba las palabras de Derek y había reaccionado igual o peor que su mejor amigo. Pero Sam, la destrozaría.

—Maldita sea —y por primera vez, se permitió llorar. Lo hecho, hecho estaba, pero no podía perdonarse. —No tienes ni idea lo mucho que te amo, Sam —soltó al aire, y dejó caer el cigarillo, viendo cómo se extinguía la colilla y sus esperanzas en él.

¿Hacemos un cambio? |Sin editar.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora