Capítulo treinta y uno: "¿Te irás?"

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La calidez de mi hogar me mantenía segura. Observaba las llamas del fuego, lucía perdida entre ellas, invadiendo mis pensamientos. Mis ánimos no eran los mejores, me sentía cansada, perdida conmigo misma. Rodee mis piernas con mis brazos, abrazándome a mí misma, intentaba convencerme que las cosas pasaban por algo, pero, ¿por qué seguía doliendo? La presencia de alguien a mi lado era muy notoria, pero no fue digno de mi atención. Max se sentó en breve y me tendió una taza de chocolate, su mirada era neutra pero sus ojos podrían delatarlo un poco. 

—¿Estás bien?  —intentó mantener una voz casual pero lograba detectar lástima o tristeza.

No respondí, solo le hice una seña para que se fuera. No deseaba a nadie, no quería a nadie a mi alrededor, quería estar a solas. Max se alejó un poco y solo me dio unas palmadas en la espalda. 

 —No puedes alejar a todos de tu lado —emitió una sonrisa triste y se fue.

Observé cómo se alejaba de mí pero no le pedí que regresara. Recordaba las palabras de Derek, recordaba todo. Sobre todo... el rechazo.

No me había correspondido mis sentimientos. 

Lloré amargamente de nuevo. ¿Por qué no podía amarme? ¿Por qué el amor lastima tanto? ¿Por qué Derek no me amaba como yo lo hacía? Lo peor de todo, es que ni siquiera me había respondido. Sólo se marchó, dejandome ahí. 

Ni siquiera me había dado un rechazo apropiado. Desde ese día de mi declaración, no sabía de Derek. Era reciente pero yo sentía que ya había pasado una eternidad. 

Aveces el amor juega sucio, llegan las mejores personas a tu vida, personas con las que puedes reír, soñar, ser tu mismo y sobre todo amar, amarlas como nunca se ha hecho antes. Pero a pesar de la compatibilidad, solo puedes tenerlas a tu lado como amigos, nunca como algo más. Y eso es una porquería.

Sentía que era una especie de castigo, la vida no quería recompensarme por herir a tantas personas. Quizás el rechazo de Derek lo merecía. Quería estar a su lado, apoyarlo, me necesitaba. Yo lo hacía, pero lo había arruinado.

Mi declaración solo había logrado que lo alejara de mí.

Me tumbé en el suelo, mis pensamientos eran Derek. Lo único que tenía en la cabeza era su mirada... los ojos que me vieron con cariño, pero solamente con eso.

Nunca fue mi intención enamorarme de Derek y sin embargo, aquí estoy. 

Las lágrimas brotaban sin cesar, ¿por qué dolía? ¿por qué el alma se me partía?

—Ya fue suficiente —Max se acercó de nuevo a mí, con la mirada brusca—. Ya me cansé de escucharte llorar. Tú y Derek actúan como niños, no es posible que se lastimen de esa forma, deben de hablarlo.

Sonreí, era lo que más quería pero no podía forzar a Derek, aunque siendo sincera, me asustaba verlo de nuevo a los ojos.

—Así que hablaran hoy —ordenó Max.

Me reí.

—Como si fueran a obligarlo —dije, rodando los ojos.

—De hecho, sí. 

Max soltó un silbido largo. De la puerta principal, Axel abrió la puerta. Sonreía malévolamente.  Al principio no comprendí hasta que noté quien estaba detrás de él. Era Derek, pero con cinta adhesiva en la boca y las manos sujetas con un lazo. Dylan lo sostenía junto con la ayuda de Chloe y Kimberly. Abrí la boca perpleja, ¿qué demonios...? 

 —¿Pero qué están haciendo? —me levanté de golpe y me acerqué a ellos pero no lo suficiente para estar cerca de Derek.

Por lo que observaba, la mirada de Derek era un combinación de cansancio e ira. Movía las manos violentamente intentando hacer algo. 

¿Hacemos un cambio? |Sin editar.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora