40 Aliados

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Después de un día tan intenso mi mente se negaba a apagarse, aunque mi cuerpo pedía a gritos un descanso. Qué difícil era conseguir esa sintonía. Era plenamente consciente de qué necesitaba dormir y si no lo hacía el día siguiente sería mucho más duro. Simplemente no lo podía controlar. Los pensamientos iban pasando como camiones sin frenos y cargados de gasolina. ¿Qué estaban intentando hacer con la medicación que le inyectaban a Tomás? Me acordé de que había escondido el frasco debajo de la almohada y lo acaricié con los dedos. No quería dejarlo allí salvo por la noche, así que lo llevaría mañana en el bolsillo.

Más preguntas: ¿cuántas personas de las que allí vivían estaban dentro de la revolución contra Eskola? ¿Sabían lo de los experimentos? ¿Conocían la existencia de Hope? ¿Cuánto tendríamos que esperar hasta que Rick apareciera? Me sentía en un rol totalmente pasivo y antes de conocer a Tomás y a los demás estaba tranquila y casi disfrutando ante la posibilidad de compartir tiempo con Daryl, pero ahora sentía mucha frustración.

Saqué la cabeza ligeramente de la cama para mirar alrededor. Parecía que todos estaban dormidos. No teníamos claro si había alguna regla sobre relaciones románticas entre profesores. De todas formas sentía que todo estaba a punto de explotar y en esa habitación había una cosa que me aliviaría. Así que me levante intentando ser lo más silenciosa posible y caminé de puntillas hasta la litera de Daryl.

Parecía estar dormido, así que sin decir nada me metí en la cama quedándome en una esquina para no despertarle. Respiré profundamente intentando relajarme para dejar la mente en blanco y así poder dormir. Escuché como se daba la vuelta hacia mí y me envolvió con sus brazos dándome un ligero y dulce apretón.

—Hola— susurró en mi oído.

—Antes no me dejabas ni que me acercara a ti si compartíamos cama —sonreí para mi misma.

—Creo que hace mucho tiempo que ya me he dejado convencer.

Le empujé y me di la vuelta hacia él para que viera mi expresión de falsa indignación. Se le escapó una risa antes de darme un beso en los labios.

—En realidad, es verdad lo que dices. Has sido un hueso duro de roer.

—Te lo compensaré cada día que me quede en esta locura de mundo —susurró mirándome a los labios y se volvió a acercar para besarme.

Intensifiqué el beso avivada por el cobijo del calor que emanaba su cuerpo. El también respondió y noté su lengua dentro de mi boca entrar con deseo. Un beso demasiado largo para que no sea el preludio de algo más. Pero todo acabó en un último roce de nuestros labios corto y rápido.

—Mañana será un día importante, seré la cabeza prudente de los dos. Vamos adormir.

—¿No decías que ibas a compensarme cada día de tu vida? Hoy es un día, puedes compensarme —susurré.

—No me refería a esta clase de compensación —rió divertido—, pero no me parece mala idea. Mañana, antes de la hora de dormir, podemos quedar en algún lugar más seguro, sin 10 personas más durmiendo alrededor.

Me convenció su sugerencia de un lugar más privado aunque estando con él la cordura se me nublara. Le sonreí y me volví a acurrucar entre sus brazos, para intentar dormir. Noté el cansancio de repente. El abrazo de Daryl mantenía mis pensamientos intrusivos a raya y enseguida noté como me sumergía en la oscuridad del sueño. Era un descanso más que merecido y muy necesario para afrontar lo que venía.


***


La noche pasó en un parpadeo. ¿De verdad habían pasado horas? Sentía que habían sido minutos.

La misión de todos era recabar información sobre cuántas personas están en contra de Eskola usando el saludo de los moteros de la "V" invertida. Intentaríamos recabar información entre todos que nos fuera útil en el momento de la llegada de Rick y los demás.

Salí nerviosa de la casa, intentando mantener los ojos abiertos a cualquiera que pasara lo suficientemente cerca para poder usar la señal. Había amanecido, pero unas nubes casi negras encapotaban el cielo de manera que parecía que se acercaba la noche.

Al principio no vi a nadie, pero a unos cincuenta metros vi a una mujer joven que estaba barriendo hojas del suelo. No me había fijado en ella antes, tenía el pelo rubio y la cara adornada con pecas.

Era mi primera oportunidad. Mi pulso se fue acelerando mientras cerraba el puño sacando el dedo índice y el corazón, sin subir la mano intentando que no se viera excesivamente. Sentía mi latido como si tuviera el corazón a un centímetro del oído. ¿Me observaban todos lo que pasaban por allí o era mi imaginación jugándome una mala pasada?

La mujer sujetó la escoba con su mano derecha y muy lentamente me devolvió el gesto con la otra mano. Seguí andando y poco a poco la creciente ansiedad se fue apagando. Nadie había sospechado, así que continué haciendo la señal por el camino que solía atravesar cada día. Esa ruta era ya parte de mi rutina. La diferencia era que esta vez tenía que estar especialmente atenta a todos los que me rodeaban y a sus reacciones.

Un hombre más o menos de mi edad vestido con ropa de deporte les daba indicaciones a un grupo de preadolescentes que hacían diferentes ejercicios en un circuito. Me devolvió la señal. Dos mujeres que iban empujando un carro lleno de latas de comida. También me devolvieron el saludo. Solo hubo un hombre de mediana edad que no reaccionó ante la "V". Iba vestido de manera más elegante que los demás, una camisa de color azul claro y unos vaqueros oscuros. Pocas personas llevaban camisa en Eskola. Pasé junto a él sin que ni siquiera me mirara.

En los pasillos del edificio principal no me crucé con ningún adulto. Hasta el último tramo antes de llegar a mi aula, dónde a Tara hablando con una niña a lo lejos. Parecía que la estaba regañando porque la niña estaba haciendo esfuerzo para no llorar.

En un primer momento no me decidía si debía hacer la señal o no. La actitud de Tara había sido de todo menos de una persona aliada. Cada paso me acercaba más a ella, tenía que decidir rápido. ¿Y si había sido una fachada por que la tenían vigilada? Podría haber sido más dura porque al estar en un cargo de responsabilidad sería más sospechoso si no lo hiciera. Decidí hacer la señal. Esta vez más sutil y sin mirarla directamente. Su atención cambió casi inmediatamente y fijó sus ojos en mi mano formando la "V" invertida. Yo escondí los dedos en un acto reflejo y desvié la mirada en un intento de disimular. Era demasiado tarde, sus ojos desprendían ira; una emoción que no podía ser de una rebelde.

Pero pasó, a pesar de todo lo que indicaba lo contrario, sus dedos dibujaron la misma señal justo antes de pasar junto a ella. Y una leve sonrisa complice se dibujó en su rostro. 

¡Hola walkers!

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¡Hola walkers!

¿Qué os parece Tara?¿Amiga o enemiga?

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⏰ Última actualización: Feb 07 ⏰

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En llamas [Daryl y Beth]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora