Adrián
Me apoyo en el marco de la ventana, observando cómo las luces de la ciudad parpadean en la distancia. La copa de whisky en mi mano se mantiene intacta; el líquido ámbar refleja las sombras de mi despacho, pero mi mente está en otra parte. Hoy no pienso en las cuentas, en los enemigos, ni siquiera en los aliados que podrían traicionarme mañana. Hoy pienso en ella.
Ha pasado más de un mes desde que Iris se convirtió en mi esposa. Más de treinta días desde que la hice mía frente al mundo, aunque para mí siempre lo fue, incluso antes de que lo supiera. Ella... es lo único puro que tengo. Y por eso, no puedo dejar que este día pase como cualquier otro.
Sin soltar la copa, marco un número en mi teléfono. La voz responde al instante.
-Todo debe estar listo para mañana -digo sin preámbulos. Mi tono es bajo, firme, definitivo. No hay margen para equivocaciones.
-Entendido, señor.
Cuelgo antes de escuchar más. No me interesa su confirmación; sé que nadie se atrevería a fallarme. La sorpresa tiene que ser perfecta. Iris nunca lo exige, nunca pide nada. Pero yo sé que lo merece todo. Y lo tendrá.
Dejo la copa en el escritorio, sin probarla, y tomo asiento en el sillón de cuero. Mis pensamientos regresan a ella, como siempre lo hacen. A su mirada, a esos ojos que me desarman de una manera que nadie más puede. A su cabello claro que siempre cae con gracia, como si fuera una obra de arte diseñada por los dioses. La belleza que posee Iris es única. Es la mujer más hermosa que he visto en mi vida. Cada detalle de ella está grabado en mi mente, como un recordatorio constante de mi suerte.
¿Cómo logró entrar tan profundo en mi vida? Soy un hombre acostumbrado al control, a mantener a raya mis emociones, pero con ella... no soy frío, no puedo serlo. Sería capaz de besar el suelo por donde camina, y lo haría sin pensarlo, porque todo en ella, desde la manera en que camina hasta la forma en que me mira, me recuerda que soy suyo, aunque nunca lo diga en voz alta.
La cena que compartiremos mañana será solo el inicio, un escenario cuidadosamente planeado para que todo se desarrolle como lo imagino. Detalles simples, pero significativos. Lo que viene después... bueno, eso es solo para ella.
...
La mañana comienza temprano. Me levanto antes que ella, como siempre, porque el mundo en el que vivimos no permite treguas. Pero hoy es diferente. Hoy no es el trabajo ni las alianzas lo que ocupan mi mente. Es ella.
La observo mientras duerme, con su cabello extendido sobre la almohada como un fuego suave. Hay una calma en su rostro que me hace preguntarme si se siente segura conmigo. Conmigo, que soy el caos en persona. Mi mirada recorre los trazos de su piel, el ligero movimiento de su pecho al respirar. Por un momento, me pregunto qué hice para merecerla.
Me inclino sobre ella y, con cuidado, aparto un mechón de su rostro. Su piel es cálida bajo mi toque, y, aunque no se despierta, sé que lo siente. Ella siempre lo siente.
Cuando salgo de la habitación, la casa ya está en movimiento. Mis hombres saben que hoy no toleraré errores. Todo está orquestado hasta el último detalle. La cena, el escenario, el momento... Pero el resto, lo que viene después, es algo que nadie más conoce. Es mío. Solo mío.
A mediodía, Iris aparece en mi despacho. Lleva una bata de seda y el cabello todavía algo alborotado, pero sus ojos, esos ojos naranjas que parecen contener el fuego del sol, están alerta. Siempre lo están. Se cruza de brazos y me mira con esa mezcla de curiosidad y desafío que me desarma.
-¿Por qué siento que estás tramando algo? -pregunta, inclinando la cabeza ligeramente.
Sonrío, pero no respondo. Solo me levanto de mi asiento y camino hacia ella. Rodeo su cintura con mis brazos, atrayéndola hacia mí.
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El Peso del Pasado
Romance⚠️ CONTENIDO, FUERTE Y EXPLÍCITO. NO APTO PARA MENORES DE 21 ⚠️ En un mundo de secretos y mentiras, Iris y Adrián comparten una relación tan peligrosa como apasionada. Iris, una mujer marcada por un pasado que se niega a soltarla, lucha por desentra...