Capítulo 26

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Después de hacer el recorrido por tiendas de hombres, eran las ocho de la tarde, Blas accedió a invitarme a merendar, pero después tenia cena y no quería comer demasiado ahora y después en la cena no comer nada.

Pero de todas maneras accedí a que me invitara, fuimos al burgger el se pidió una hamburguesa grande y yo una hamburguesa pequeña que era menos de la mitad de la suya, también pedimos dos refrescos y una bolsa de patatas fritas. Nos sentamos en la única mesa que estaba libre.

-¿Te lo has pasado bien?- pregunto mientras se comía la hamburguesa.

Termine de tragar el tozo que había masticado.

-Sí, hoy ha sido el mejor día desde que estoy en Londres.

-Me alegro- se sonrojo.

-Jajaja.

-¿Cuándo te volveré a ver?- Pregunto.

-No lo sé, mañana veo a mi hermana, pasado mañana estaré con mi hermana... –Le fui contando lo que haría estos tres últimos días.

Estuvimos hablando y conociéndonos un poco más, mientras comíamos las hamburguesas.

-¿Damos la última vuelta?- propuso.

-Sí, pero me duelen los pies.

-¿Para qué te has puesto tacones, si sabias que íbamos a andar?

-mmm... porque quería estar a tu altura.

-¿Cómo que a mi altura?

-Quería ser igual de alta que tu.

-¿Por eso?

-Si- me avergoncé.

-Vamos a comparte unas bailarinas.

-No me queda dinero me lo he gastado todo.

-A mí solo me quedan $15.

-Pues vamos a buscar bailarinas por $15.

Recorrimos todas las tiendas en busca de bailarinas, pero las más baratas costaban $125, menos mal que en la última tienda habían zapatos y por suerte bailarinas por menos de $30, Blas encontró unas por $10 y eran de mi talla, me la puso, en ese momento recordé cuando le pusieron el zapato a la cenicienta, me sentía como una princesa.

-¿Te cabe?- pregunto.

-Si- dije.

-Vamos a pagarlas.

-Cuando quedemos otra vez te devuelvo el dinero.

-No hace falta.

Aunque me haya dicho sabía que se lo iba a devolver de una manera u otra. Mire el reloj de mi móvil.

-¡No!

-¿Qué pasa?- dijo mientras cogía la bolsa.

-Son las nueve, ya debería estar en casa.

-Pues vayámonos.

Salimos de la tienda, me senté en un banco y me puse las bailarinas rápidamente.

Salimos del centro comercial corriendo como si hubiésemos robado algo. En ese momento pensé que en media hora no me iba a dar tiempo para llegar a casa, si en taxi tardemos unos quince minutos andando será el doble.

-Blas para de correr, no puedo más.

-¿Te llevo en brazos?

-No, vamos a caminar rápido sin correr.

-Bien.

-Tampoco me interesa ir mucho a esa cena.

-Ya pero te pueden castigar.

-También es verdad- aunque estaba cansada le dije.

-Te echo una carrera- dije riéndome.

-Vale.

Empezamos a correr, me dejo ventaja. Era gracioso como corríamos íbamos llenos de bolsas.

Cuando vi a lo lejos la pastelería deje de correr.

-Blas, ahora sí que no puedo mas- dije sin aliento.

Me cogió en brazos y me llevo hasta la pastelería.

-Y hasta aquí el trayecto- me bajo.

Nos cogimos de las manos y nos miramos fijamente el uno al otro, no salíamos que hacer o decir, el al final rompió el silencio con un beso. 

No puede ser verdad.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora