Aquel martes apenas había entrado a la planta de sus oficinas cuando las chicas ya estaban lanzándose al cuello de Juanjo para felicitarlo. Otro año más montando un espectáculo por el día de su cumpleaños. Salma llevaba un cupcake con una vela y un caramel latte en una pequeña bandeja y comenzaron a cantarle el cumpleaños feliz de forma animada. Por suerte para él todavía no había llegado mucha gente al trabajo.
-¡Muchas gracias, chicas! Hoy habéis madrugado un montón, ¿no?- Se rió Juanjo al verlas allí, cuando aún faltaba media hora para la hora de inicio de la jornada.
-Todo por ti, maño...- Respondió Naiara.
-Venga, sopla la vela, cariño, que se va a derretir.- Le dijo Violeta.
-Buenos días.-Saludó alguien entonces, y Juanjo no tuvo que girarse para saber quién era. -Qué pronto habéis llegado hoy, chicas.- Ellas asintieron sonrientes y volvieron su mirada de nuevo a Juanjo, esperando que este hiciera lo que Violeta había pedido. -No te olvides de pedir el deseo, Bona.
El aludido lo observó cuando pasó por delante de él y, sosteniéndole la mirada, sopló. Martin no tardaría mucho en saber cuál había sido el deseo de Juanjo.
Un pequeño aplauso vino tras el gesto y Martin, sonriendo, se introdujo en su despacho.-¿Has preparado algo?- Le preguntó Salma.
-No, ni de coña, no estoy yo para fiestas. Pero si tenéis un rato esta tarde podemos ir a El bar de siempre a tomarnos algo.- Dijo Juanjo.
Y así quedaron, se encargarían de ir avisando al resto a lo largo de la jornada.No llevaban ni una hora cuando Juanjo recibió el primer ramo de flores. Era en tonos amarronados, simple pero bonito. Iba sin nota e inconscientemente pensó que quizás eran de Martin, aunque no podía preguntarle porque había venido un nuevo cliente y estaba reunido.
El pensamiento se esfumó de su mente cuando, tres horas después, Martin pasó por su lado y, en tono de disgusto, preguntó que por qué habían allí tantas flores.Un total de diez ramos, eso fue lo que recibió durante toda la jornada laboral. Tulipanes, rosas, claveles, margaritas, paniculatas, y hasta girasoles. Juanjo no entendía nada, ¿era un admirador secreto? ¿Sus amigas se habían entretenido mandándole ramos? Había un despliegue de color impresionante pero ni un resquicio de idea sobre quién podía haberle mandado todo aquello.
-¿Quién te manda tantas flores, Bona? No tenia ni idea de que te gustaran.- Comentó Martin en uno de los descansos cuando se encontraron en el comedor de la oficina.
-Hola, Urrutia. Yo tampoco, pero me estoy aficionando. No sé quién me las está mandando, la verdad. ¿Puedo dejar alguna por la oficina? Mi casa no es tan grande y parece que le dan vida a este sitio.
-Pues en otro momento te diría que no pero...- Martin pausó su discurso unos segundos mientras se echaba el agua caliente para el té. Después lo miró. -hoy parece un día especial.
-Ojalá hubieran flores frescas todos los días en esta oficina...- Comentó Juanjo en un susurro, aunque Martin lo escuchó.
-¿Ese es tu deseo de cumpleaños?
Juanjo le devolvió la mirada de nuevo, una pequeña sonrisa formaron sus labios y, de forma enigmática, le respondió.
-Mi deseo lo he pedido antes con la vela, como marca la tradición. Pero quién sabe, a lo mejor compro unas planticas para animarnos un poco. Vamos a ir a donde siempre a tomarnos algo, ven si no tienes mucho lío, a la primera ronda invito yo.
Juanjo se fue con su café en la mano, y Martin le prometió en silencio que cada pocos días tendría flores frescas adornando aquel sitio, el tiempo que él quisiera...

ESTÁS LEYENDO
ETERNOS
ChickLitMartin, nuevo director de marketing de la agencia de su padre, y Juanjo, diseñador creativo de esta, no se soportan... ¿Podrá la ciudad eterna hacerlos cambiar de opinión?