14. Un juego de llaves sin llavero

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-Pues os voy a echar mucho de menos, mis niños.

-Y nosotros a ti, Antonia de mi corazón, -le respondió Alvaro- pero verás las cosas que te vamos a traer de Italia. Si quieres hasta te traigo un italiano que te haga vivir la bella vita.

-Uy si, lo que me faltaba, aguantar a otro hombre y encima romancero y pegajoso. No, que yo ya no estoy para tonterías de adolescente.

-Deja a mi Antonia que los únicos hombres en su vida debemos ser nosotros dos. No la marees...

-¿Me vais a traer pasta y cosas caras para que os cocine?

-Pura claro que si, seguro que cocinas los platos italianos mejor que muchos de allí.

-Últimamente no me habéis contado nada de vuestra vida amorosa... parece que estén más secas que la mojama, hijos.

-Bueno, algo así...

-Este está hecho un rancio desde que volvió de su pueblo, pero yo si tengo que contarte,- dijo Alvaro -hay un chico en el trabajo que me lleva por la calle de la amargura, Antonia...

-Ven aquí a sentarte y cuéntamelo todo. Juanjo, cariño, ¿preparas tú el guiso? Las costillas están en la nevera.

-Lo que usted mande, señora.

Juanjo los dejó hablando del amorío de Alvaro por Paul. Lo único que iba a echar de menos de verdad era ver a esa mujer diariamente. Cuando lo tuvo todo preparado y metido en la olla exprés llamó a su hermano para decirle a qué hora debía estar en casa de Antonia, colgó y se dirigió de nuevo al salón de aquella mujer.

-Y así estamos, Antonia, algún mensajillo por Instagram, alguna nota en la mesa de trabajo, pero nada más allá...

-¿Cómo que notas? Pues si que ha avanzado desde aquella vez que salió huyendo.

-Que te calles, maricon, y de paso nos cuentas qué tal vas tu, que con tanto lío a mi no me has contado nada, y a la Antonia tampoco.

-¿El camarero ese qué? Ya me ha dicho Alvaro que...

-No voy a tener nada con Guillem, Antonia. En realidad ni si quiera me atrae.

-Pues antes no era así, ¿ha pasado algo en tu vida que no sepamos?

-Quizás...- cuando tanto Antonia como Alvaro se echaron las manos a la boca sorprendidos Juanjo los paró -pero no os emocionéis. No hay nada que contar. Fueron dos besos tontos, y lo de que no me guste Guillem es porque... pues porque hace tiempo decidí que no iba a tener nada con él, así que ahora me limito a devolverle el tonteo y ya, porque es divertido. Sin más...

-Bueno, si dice que no hay que darle importancia, no se la daremos, ¿no, sevillano?

-Habla por ti, yo le voy a dar la turra en el hotel durante mucho tiempo, a ver si suelta prenda...

-Ay dios, pobrecico, la que te espera, maño.- se echaron los tres a reír -¿A qué hora le has dicho a Javi que venga? Tengo muchas ganas de ver al chiquillo, hace mucho que no viene por aquí.

-Le he dicho que venga sobre la una, pero aparecerá a mesa puesta, como siempre.

-Y a mi me encanta consentirlo, que para eso es el más pequeño. Venga, contadme qué vais a hacer en Italia...

Y entre unas cosas y otras pasaron el domingo en compañía de la mujer, luego Juanjo llevó a su hermano a Atocha porque esa misma noche cogía el tren hacia Zaragoza.

-Antes de que te vayas quería darte algo.

Juanjo sacó una caja gris simple, del estilo de su hermano. Este lo miró interrogante y dejando la maleta a un lado, la abrió. Dentro había un juego de llaves sin llavero, enganchadas con una anilla.

-¿Y esto?

-Bueno, encontrar piso en Madrid no es fácil, y mientras decides si quieres vivir solo porque encuentras trabajo o prefieres irte a una residencia de estudiantes pues... puedes quedarte en mi piso. Venir aquí nunca es fácil, y yo no voy a molestarte porque estaré en Italia.

-Muchas gracias, Juanjo...- Javier lo abrazó, y su hermano mayor hinchó el pecho porque no era muy común que tuviera aquellas muestras de afecto.

-Disfruta mucho en Italia, no te estreses, que te vas a quedar sin pelo, y tráeme algo de recuerdo...

-Que si, que si. Venga, tira que al final pierdes el tren. Dale un abrazo a papá y a mamá de mi parte.

Se despidieron y Juanjo vio cómo su hermano miraba las llaves, ya yéndose hacia las puertas de entrada de la estación, sonriendo. Esa noche, por fin, pudo dormir plácidamente...

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