Capítulo 56

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Dale abrió los ojos con dificultad, sintiendo el peso del cansancio todavía en su cuerpo. No estaba seguro de cuánto tiempo había dormido, pero algo dentro de él lo había despertado antes de tiempo. Giró la cabeza hacia la mesita de noche y vio el reloj: faltaban exactamente seis minutos para que la alarma sonara. Suspiró y resignado, se incorporó hasta quedar sentado al borde de la cama.

Desde allí, dejó que su mirada recorriera la habitación. Había un par de prendas tiradas en el suelo, una chaqueta colgada a medias de una silla y algunos papeles desordenados sobre la cómoda. Nada grave, solo ese caos controlado que siempre parecía rodearlos. Al voltear hacia el otro lado, vio a Chip aún profundamente dormido, con el rostro relajado y la manta cubriéndolo hasta los hombros. Dale no pudo evitar reírse. Había algo reconfortante en verlo así, tranquilo, ajeno al mundo por unos momentos más.

Se levantó con cuidado para no hacer ruido, tomó su bata del respaldo de la silla y salió del cuarto. Caminó despacio por el pasillo, dejando que la calidez del hogar lo envolviera. Al llegar a la cocina, se dirigió directo a la cafetera. Preparar café se había convertido en un ritual casi automático para él: medir el agua, colocar el café molido, encender la máquina. El aroma familiar empezó a llenar el espacio, despertándolo un poco más. Ambientado por el ruido de la cafetera procesando el agua caliente. Viendo cómo gota por gota, se convertía en un chorro de color negro espumoso.

Con una taza humeante en la mano, se dirigió a la sala. Se hundió en el viejo pero cómodo sillón, colocó la taza sobre la mesa frente a él y encendió la televisión. Las noticias del día comenzaron a aparecer en pantalla, pero Dale apenas prestaba atención. El presentador hablaba de tráfico, el clima y algún evento importante en la ciudad, pero su mente seguía en otro lado, disfrutando de esos minutos de calma antes de que el día realmente comenzara.

Mientras tomaba un sorbo de café, escuchó el leve sonido de la alarma proveniente del cuarto. Sonrió de nuevo. Pronto, Chip se uniría a él, y juntos enfrentarían lo que el día tuviera preparado. Pero, por ahora, estaba bien disfrutar de ese pequeño momento de soledad y café caliente. Mirando solo la pantalla el momento de farándula.

Dale dejó la taza en la mesa frente a él y se acomodó mejor en el sillón, estirando las piernas. Las entrevistas  seguían sonando de fondo, pero su atención estaba en el momento tranquilo que disfrutaba. Sin embargo, la calma fue interrumpida por un murmullo desde el cuarto. Poco a poco, se transformó en un gruñido ininteligible, y luego en una queja más clara:

— ¡Estupida cama!, ¡Hija de IKEA!—gritó Chip desde el cuarto, con la voz ronca del sueño.

Dale no pudo evitar reírse entre dientes, sacudiendo la cabeza mientras tomaba otro sorbo de café. Conocía demasiado bien a Chip y sus arranques matutinos. Lo escuchó tambalearse por el pasillo, arrastrando los pies hasta la cocina. Mirando como cogeaba.

Un momento después, Chip apareció en la sala, despeinado y con una expresión de pocas pulgas. Sin decir una palabra, tomó la taza de café que Dale había preparado para él antes de sentarse a su lado en el sofá. Dio un sorbo largo y suspiró como si el café fuera lo único que lo mantenía en pie.

—¿Algo interesante en las noticias?. —preguntó al fin, con la voz algo más relajada, aunque aún llevaba ese tono seco típico de las mañanas.

Dale sonrió de medio lado, sin apartar la vista de la pantalla.

—Nada de lo que te guste. Lo de siempre: tráfico, política aburrida y un poco de lluvia para esta tarde.

Chip gruñó una respuesta mientras se hundía más en el sillón, con la taza entre las manos. Luego lo miró de reojo, aún algo molesto, pero con una pizca de diversión en los ojos.

El Diario [Chip X Dale]©Donde viven las historias. Descúbrelo ahora