La presencia que proviene de la salida del templo, es lo que hace que sus pasos se detengan. Con lentitud voltea a esa dirección, solo para ver la figura de Surt que en esos momentos se abre paso entre el largo pasillo del templo de acuario.
—¿Qué haces aquí? —pregunta más alto de lo que pretendía; como respuesta, Surt se detiene y se cruza de brazos, levantando de paso una ceja con incredulidad.
—¿Cuánto tiene que no nos vemos, Camus? Lo menos que espero es una taza de café con mi buen amigo.
Camus suspira, sus facciones relajándose ante aquella frase.
—Deberías de estar con Sigmund, no aquí. Además, en estos momentos estaba saliendo...
—¿A ver a Milo? A lo que entendí ayer, él ya está casado. Incluso tiene una hija.
—No voy a verlo a él —responde; el ceño de Camus frunciéndose una vez más.
—Entonces, lo que sea que ibas a hacer, puede esperar un poco.
Surt una vez más retoma su camino, se detiene detrás de acuario y colocando sus manos en la espalda del santo, comienza a empujarlo al interior del templo. Se detienen en la cocina, donde Surt, más a regañadientes, logra sentar a Camus en una de las sillas frente a la isla de la cocina.
—Me sorprendió mucho enterarme de eso, ¿sabes? —dice antes de darle la espalda a su amigo y encaminarse a la cafetera para poner café.
No era la primera vez que estaba en acuario, después de que Milo se marchara, fueron varias veces las que él, preocupado por el estado de ánimo de Camus, se quedó en aquel recinto; muchas veces culpándose a sí mismo de que Milo tomara aquella decisión. Si él jamás hubiera seguido la mentira que Camus había dicho, tal vez Milo nunca hubiera desaparecido como lo hizo, después de todo, se suponía que así no iban a terminar las cosas.
—No fuiste el único al que le sorprendió enterarse de eso —responde Camus detrás de él.
—Y, aun así, no parece importarte que ellos estén aquí. Por cierto, ¿por qué están aquí? Entiendo que esto de Eris es algo que le compete al bichejo, pero ¿por qué venir con su esposo e hija?
—Porque Kyoko resultó ser el recipiente original de Eris.
Los movimientos de Surt para sacar un par de tazas de la alacena, se detienen, y con lentitud, voltea a ver a Camus.
—¿Quieres decir que solo están aquí para proteger a su hija?
—De cierta forma, sí.
El ceño de Surt se frunce.
—¿Me quieres decir que después de desaparecer por bastante tiempo, el que haya regresado, es porque quiere que tú y los demás protejan a su hija de esa diosa?
—Aunque esas sean sus intenciones, eso jamás sucedería. Nuestra misión es proteger a Athena...
—Y precisamente, porque tu misión es proteger a Athena, debiste ser el primero en negarte que ella se quedara en el santuario. Su presencia en este lugar pone en peligro a la diosa que proteges, ¿no te das cuenta de eso?
Cuando Camus desvía su mirada de la de él, Surt frunce más el ceño para después dejar las tazas que tiene en sus manos sobre la mesa que se encuentra junto a la estufa y caminar hacia él.
—¿Todavía te sientes culpable por haber dicho aquella mentira? —pregunta deteniéndose a escasa distancia del guardián del templo. Camus no voltea a verlo, y Surt, para que lo haga, toma su barbilla y voltea su rostro para que sus miradas se encuentren.
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Legado de sangre y oro (Libro 2 de Dorado y vampírico amor)
FanfictionUna nueva amenaza pone en peligro la familia que Zero y Milo han construido trás dieciséis años de una vida pacífica. Antiguos amores regresan del pasado, secretos celosamente guardados salen a la luz, y aquellos que creyeron, jamás volverían a ver...