Capítulo 5: Reencuentro con el pasado

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Capítulo dedicado a: RoseLuz6, Kokoro_23, TreyciToro, ivarojas, Mini_Yuri, Plastic_Lover_ZK, rachidahammoud, CinthyaMagdalena, kaylavalen, ach1102, YohamnaRodriguez20, TezukaBuchou, AdeleyFonseca, Samavanegas, Dranadeshio1, y Andrea MolinaHuaman quienes votaron el capítulo anterior ¡¡¡¡¡MUCHAS GRACIAS!!!!! 💕💕💕💕💕

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La baja con cuidado sobre su cama. La expresión de tranquilidad que se dibuja en aquellos rasgos tan conocidos para él, por un momento lo regresan a un pasado ahora muy lejano. ¿Cuántas veces "él" se había quedado dormido sobre su cama mientras se sumergía en su lectura?

Aprieta los puños con impotencia. "Milo, como desearía que ese tiempo volviera".

A su espalda un fuerte golpe se escucha sobre la puerta y lo obliga a voltear.

—Pasa —dice, y enseguida una máscara plateada se asoma por la puerta.

—Aioros. —La amazona del águila carraspea y vuelve a comenzar—. El patriarca me pidió que viniera a revisar a la chica.

Camus asiente y Marín entra. Sin mediar palabra, la amazona comienza a revisar a la chica sobre la cama, mientras que Camus sigue todos sus movimientos.

—Tiene una pequeña condición en la cabeza, nada grave, pero es seguro que esta sea la responsable de que todavía no despierte.

—¿Algún hueso roto?

Marín continúa con su inspección, revisando brazos, piernas, abdomen y costillas.

—No estoy segura, necesitaré más tiempo para saberlo.

Camus asiente antes de llevar su mirada de nuevo a ese rostro tan igual a él. Rayos de sol caen sobre el rostro de la chica y con un suspiro, Camus se dirige a la gran ventana para correr las cortinas. Al voltear de nuevo, la sorpresa se intensifica, si no fuera por qué sabe que esa niña no puede ser él, estaría seguro de que quien se encuentra sobre su cama es Milo.

Qué injusto eran los dioses, él que ya había abandonado toda esperanza de encontrarlo y pedirle una explicación del porqué, después de prometerle que se reencontrarían para hablar, decidió irse y abandonarlo todo, abandonarlo a él, aparece esa niña con su apariencia, avivando viejas heridas, avivando ese dolor que por años ha carcomido su interior. Sí, los dioses eran injustos; los dioses eran unos hijos de perra.

Un rugido de tripas lo obliga a desviar la mirada al niño del que ya se había olvidado por completo. A paso lento se acerca a él mientras intenta cambiar su expresión para no asustarlo más de lo que evidentemente ya está.

—¿Quieres algo de comer? —pregunta acuclillándose frente al niño que sostiene con fuerza el pequeño cisne de hielo que no hace mucho le dio. Ren voltea a verlo y esos ojos asustados le hacen suspirar con fuerza. "¿Por qué demonios no me di cuenta de él?", se lamenta.

Un nuevo rugido de tripas lo hace suspirar nuevamente.

—Ven, vamos a qué te preparé algo —dice ofreciendo su mano una vez que ya se encuentra de pie.

Legado de sangre y oro (Libro 2 de Dorado y vampírico amor)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora