Una nueva amenaza pone en peligro la familia que Zero y Milo han construido trás dieciséis años de una vida pacífica. Antiguos amores regresan del pasado, secretos celosamente guardados salen a la luz, y aquellos que creyeron, jamás volverían a ver...
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Un penetrante silencio los recibe cuando llegan al salón patriarcal, pues momentos antes de su arribo al santuario, Shion dio la orden de que los caballeros regresaran a sus templos, orden que ninguno se atrevió a desobedecer.
-¿Qué es lo que tengo que hacer para convertirme en un santo? -pregunta Kyoko dando un paso hacia Saori que en ese momento camina hacia el trono del patriarca, haciéndola detener en seco y obligándola a voltear a verla.
-Tu no vas a convertirte en ningún santo -sin embargo responde Zero dando un paso hacia adelante con claras intenciones de tomar a su hija para llevársela lo más pronto posible de ese lugar.
-El padre de Ai... -responde Kyoko volteando a ver a su padre.
-El padre de Ai, se puede ir al infierno -grita Zero dando otro paso hacia el frente- tu no te vas a convertir en santo -vuelve a repetir.
-Eso lo decido yo.
-Kyoko, Zero tiene razón, tu no te vas a convertir en santo -interviene esta vez Milo, dando un paso hacia su hija que mira a su esposo como si quisiera que se lo tragara la tierra. Kyoko voltea a verlo y frunce más el ceño.
-Eris se apodero del cuerpo de Ai por protegerme a mi, no me pueden pedir que me quede sin hacer nada.
-Por supuesto que podemos -responde esta vez Zero al mismo tiempo que se cruza de brazos y la mira suficiencia- somos tus padres.
-¡Serán mis padres, pero no los dueños de mi vida!
-He dicho que no, y punto -responde Zero frunciendo el ceño y poniendo esa expresión que le dice que debe de acatar aquello sin peros, una expresión poco usada, y de la cual hasta su padre tiembla. Sin embargo esta vez es diferente, aquello que está pidiendo va más allá de un simple berrinche, ¡aquello es para salvar a su amiga!
-No puedes impedírmelo -vuelve a decir, molesta porque sus padres no la entiendan, que no la comprendan.
-Quieres recuperar a tu amiga, lo entiendo -habla Milo dando un paso más hacia su hija- pero convertirte en santo no es la solución. Yo me haré cargo -dice cuando ve que su hija está a punto de refutar aquello-. Deja que yo me haga cargo.
-Esta es mi batalla -dice apretando los puños a sus costados- ¿Por qué no confían en mi? estoy segura que puedo hacer esto, estoy segura...
-Kyoko, -habla Athena detrás de ella- esto nada tiene que ver contigo, Milo tiene razón, él, al igual que los demás santos de oro pueden hacerse cargo de esto.
-Sé que mi padre puede hacerse cargo de esto -responde Kyoko bajando la mirada y apretando más fuerte los puños a sus costados-, pero Ai... Ai es más que una amiga para mi, es esa hermana que siempre quise tener, y no voy a quedarme sin hacer nada mientras ella está allá afuera luchando con esa deidad dentro de ella. Además se lo prometí al padre de Ai, yo la traeré de vuelta... solo... solo necesito que confíen en mi, ¿es mucho pedir?
