La última prueba se había retrasado casi un mes en el calendario escolar; las familias de los niños estaban histéricas y se había firmado un sindicato de profesores que se oponían a que el Torneo continuase.
Sin embargo, y para sorpresa de nadie, la última decisión siempre era de Dumbledore. Era un mago poderoso e inteligente, sabía que los mortifagos estaban tramando algo que aún escapaba a su conocimiento, pero quería llegar hasta el final para averiguarlo. Y para conseguirlo los juegos debían continuar, aunque pusieran en peligro la vida de Harry Potter.
Era probablemente el tema al que más minutos de reflexión le dedicaba al día. Sabía que Harry era alguien importante, se distinguía del resto de magos de su edad con facilidad, y, desde luego, era toda una celebridad. Sabía que sería útil en el futuro, tanto para él como para la Orden. Sin embargo, tampoco lloraría su muerte. Encontraba cierta satisfacción en imaginar como Severus y Regulus terminaban de perder para siempre lo único que les quedaba.
Harry se había recuperado sin esfuerzo de la prueba del agua,y dedicó los días que Draco no estuvo en el Colegio a añorar su compañía. Recibió en mano la carta de Draco, mientras el chico miraba hacia otro lado y buscaba con desesperación que se lo tragase la tierra. Como Harry le había dicho una vez, era completamente inútil para las relaciones sociales.
Era de esperar que Harry odiase la idea de que Draco estuviera saliendo con Cedric, y después de una escena ligeramente agresiva de celos, fue esa misma noche la primera vez que se acostó con él. No soportaba pensar que Cedric se le había adelantado en algo que podría marcar tanto a Malfoy como era su primera vez. Estaba enfadado y decepcionado consigo mismo por no caer en la cuenta de que Draco tendría algún tipo de interés sexual en algún momento. Él no lo tenía, aún ni siquiera estaba interesado en el jodido amor romántico.
Pero por mucho que el sexo no le suscitara gran interés, no podía permitirse perder a Draco de esa manera.
Malfoy, aunque no estuvo lo receptivo que Harry esperaba, tampoco opuso resistencia. Harry sabía que él quería eso. Draco siempre quería todo de Harry, y ahora su relación con Diggory era una farsa.
El acto no duró demasiado, Harry había comenzado a aburrirse y ya había estudiado todas y cada una de las lunares y cicatrices sobre la piel pálida de Draco. El sexo no era lo apasionante que los gemelos Weasley le habían contado. Por lo que, en algún momento, optó divertido por hacer una marca en el cuello de Draco. Quería que Diggory la viera y desapareciera de una vez de su vista. No esperaba, de ninguna manera, la velocidad con la que Malfoy le calzó semejante bofetada por marcarlo como a un jodido animal. Harry aún estaba volviendo en sí cuando la marca de los dedos de Draco comenzó a dibujarse en su rostro.
Se apartó del chico, conteniendo la rabia y luchando contra el instinto de maldecirlo. Estaba deseando probar a usar la maldición Cruciatus que Ojo Loco acababa de enseñarles.
-Eres patético, Malfoy. Me das pena-.
Golpearlo de vuelta no sería tan satisfactorio como humillarlo. Quería que se sintiera basura por haber tirado por la borda la única felicidad que había sentido en años, al estar con Diggory, por haberse ido con él, que ni siquiera lo quería.
No estaba precisamente orgulloso de lo que pasó después, pero no pudo contener la risa cuando Draco entró en un pánico silencioso después de que Harry le escupiera con asco. La germafobia de Draco era un tema bastante inexplorado y divertido a ojos de Harry. El chico ni siquiera se quedó para discutir. Huyó al baño entre lágrimas de frustración y rabia contenida. Odiaba su vida, pero sobre todo se odiaba a él.
Era... increíble y alarmante la facilidad con la que Harry podía rebajarlo cada día más.
Draco se sintió infantil y ridículo, pero acudió a Regulus Black, quien a pesar de estar en la misma situación que Cedric, no pudo condenar las acciones de Harry y Draco. Especialmente... las de Harry, era su niño, e iba a protegerlo siempre. También apreciaba a Draco, aunque no tanto como Severus, era un niño encantador aunque lo suficientemente altivo para agradarle. Ambos compartían esa elegancia y superioridad que te otorgaba ser descendiente de los Black.
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Ambicioso. La Otra Cara De La Historia.
Fanfiction¿Por qué a nadie le gustan mis ships?, mis ships: La vida de Severus Snape es ligeramente diferente a cómo James Potter y Sirius Black siempre se hubieron imaginado. Inevitablemente se adentró en la oscura organización de los mortifagos, pero en el...