Ethan:
Abrí mis parpados muy lentamente, sintiendo la molestia de una potente luz blanca en el techo. Sentí el tacto de Alex acariciando mi cabello junto con sus ojos vidriosos. Ahí me di cuenta: estaba en el hospital.
—A-Alex... —un gemido de dolor solté cuando intenté incorporarme. Alex me devolvió al colchón de la camilla.
—Shhh, pequeñín. —acarició mi mejilla y se inclinó para besar mis labios. —No hagas esfuerzo, por favor. Sufriste un accidente muy grave.
Finalmente fui consciente de todo. Recordé todo; la discusión que presencié entre el amor de mi vida y Josh, mi enojo con Alex y luego el auto viniendo a toda velocidad hacia mi. Una lágrima corrió por mi mejilla y, sin poder evitarlo, rompí a llorar.
—Alex... Alex perdóname. —me aferré a su brazo. —Perdóname por favor. Fue mi culpa haber terminado en este hospital, fue mi culpa no haberte escuchado cuando Josh hizo esa asquerosidad contigo. Discúlpame, mi Alfa.
Alex sonrió.
—No hay nada que perdonar, pequeñín. Eres mi omega y te amo sin barreras. Porque nada tiene comparación con lo que tuvieron que hacer los médicos.
Abrí mis ojos como platos al oírlo. ¿A qué cosa se refería? Mi respiración se entrecortó. Miré a Alex con el corazón latiendo frenéticamente en mi pecho.
—¿Qué… qué cosa tuvieron que hacer los médicos?
Alex tragó saliva, su mirada se tornó más cristalina. Me sujetó la mano con más fuerza, como si temiera que al soltarme, me rompería en mil pedazos.
—Ethan… —su voz tembló. —Josh era quien conducía ese auto. —sabia perfectamente que me estaba cambiando el tema. Yo solo quería saber a que se refería con lo de los médicos, pero no quise insistir.
Mi mente se quedó en blanco.
—N-no… —murmuré, sintiendo un escalofrío recorrer mi cuerpo.
—Ese maldito… iba directo hacia ti. No fue un accidente, amor. Lo hizo a propósito.
El aire pareció desaparecer de mis pulmones. Pero antes de que pudiera procesarlo, la puerta se abrió.
Una doctora entró con una carpeta en la mano, su expresión era seria pero con un dejo de empatía.
—Señor Ethan, me alegra verlo despierto. —su voz era suave, pero cada palabra me oprimía el pecho con más fuerza.
Instintivamente llevé mis manos a mi vientre… y no sentí nada. Mi mirada se clavó en la doctora, exigiendo respuestas sin necesidad de hablar.
Ella suspiró, acercándose.
—Lo lamento, joven. La bebé sufrió daños internos severos debido al atropello… tuvimos que sacarla de urgencia y colocarla en incubadora.
El mundo se detuvo.
Mi garganta se cerró y una sensación de vacío absoluto me invadió.
—No… no, no, no. —mi voz fue un susurro quebrado. —No puede ser.
Intenté incorporarme, pero el dolor me atravesó como un puñal.
—¡Déjenme verla! ¡Por favor! —las lágrimas comenzaron a rodar por mi rostro sin control.
Alex me sujetó con fuerza, su propia voz temblando.
—Ethan, cálmate. Los médicos están haciendo todo lo posible por ella…
—¡Pero no está en mí! ¡No la siento! Es todavia un feto, por Dios; no merece que la sacaran. —grité, ahogándome en mi propio pánico.
La doctora se acercó más, colocándome una mano en el hombro.
—Su hija es una luchadora, Ethan. Pero su estado es delicado. Las próximas horas serán cruciales.
Mis labios temblaron.
—¿Puedo verla? —pregunté con la voz rota.
Ella asintió con comprensión.
—En cuanto terminemos algunos procedimientos, podrán visitarla en la unidad neonatal.
Miré a Alex, buscando en sus ojos la fuerza que sentía perder.
Él besó mi frente con ternura.
—Estamos juntos en esto, pequeñín. Nuestra bebé nos necesita.
Me aferré a su abrazo, dejando que mis lágrimas empaparan su pecho. Nuestra hija estaba luchando por su vida… y yo no estaba listo para perderla.
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Las clases del Alfa
Romance〔PARTE 1 Y 2 DISPONIBLES〕 Ethan, un estudiante universitario omega, lleva tiempo enamorado de su profesor alfa, Alex. Así que, para llamar la atención de su profesor, Ethan decide empezar a bajar su rendimiento y tener malas notas apropósito. Con es...