¿Qué hago?

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'Te amo o no. No lo sé pero creo que si... En realidad no sé. No parece que no... Mmm creó que lo pensaré'

Nicolás
Abrió los ojos, cuando escuchó como caían fuertemente las gotas de lluvia.
No era la primera vez que Nicolás vivía para contar con un temporal. Pero está vez... Está vez era algo diferente. El sentía que las nubes llegaron para acompañarlo en su sufrimiento, el cielo lloraba al igual que el. Esta lluvia había llegado en la noche del día que rompieron su corazón. Justo en el momento en que llegó a su casa y se lanzó a la cama, llenando la almohada de lágrimas. Creando un dibujo en ellas.

Nadie sabe de él desde hace dos días. Dos días llenos de dolor para él. Dejó apagado todo aparato eléctrico, ni siquiera encendía la televisión.  A veces comía... Comía en el momento en que la madre en un intento desesperado en el que él se alimentará, le dejaba una bandeja detrás de la puerta. Solo traía cosas que a él le encantaban pero al sentir la deliciosa comida en su boca, era como tragar la porquería misma. Al sentir esto dejaba la comida en una esquinita de la habitación y seguía llorando.
Y su pieza de esa manera se transformó en un desastre. Tenía un millón de cosas tiradas en el suelo...
Esparcido por ahí, se encontraban un millón de pedacitos de algodón sintético y pequeños pedacitos de tela roja. Había cortando sin piedad el lindo peluche que había tenido planeado regalar al barbón. Y no hablar del gorrito de Elmo... Estaba repleto de agujeros. En un momento de su locura pensó en quemarlos, pero algo le dijo que era una idea sin nada de lógica. Aunque no lo haya quemado, el pobre peluche se hallaba esparcido en toda la habitación, al igual que el pobre gorrito.

Creo que es importante añadir, que el moreno está más que mal. Llora día y noche, y cuando digo que llora día y noche, es literal. En las noches llora dormido e inconscientemente... Se despierta cuando su hermana lo mueve un poco y lo acaricia para darle tranquilidad porque ya ha llorado tanto que su pecho se agita, su cuerpo suda y de su boca salen unos sollozos desgarradores. En el día llora pero evita hacerlo, aunque ya es algo casi inevitable. Su carita morena, enrojecida siempre está, al igual que su nariz.

En estos momentos él, solo está recostado en su cama con todas las sabanas revueltas. Su cabecita estaba apoyada en un cojín azul, al otro lado de la cama, en la parte de los pies. Porque en esa parte se podía mirar de buena manera la ventana. Y a Nicolás le interesó ver la lluvia caer.

En ese momento escucho como abrían la puerta, dejando presente a otra persona en la habitación.

-Oye... Sorry por no venir antes. No había tenido tiempo. Sorry, won.

El moreno volteó su cabeza en dirección a la voz. El mayor logra ver a un hombre alto, un poco mojado... Su amigo. Su mejor amigo.

-Hola Edgar-dijo desanimado-

-¿Como estai, won?-dijo sentándose en el borde de la cama-

-Bien... Me da flojera ir a la U-mintió-

Río el ruliento.

-De cuando estar bien, significa estar pálido, con la tremendas ojeras, ojos rojos y la ñata roja. No me wei. ¿Qué te pasó, won?

-Nada-dijo relajado-

-Como que nada... Weon dime. ¿Qué pasó después de que hablaste con el Jaime?

-Nada, Edgar culiao-Levantó un poco la voz el moreno-

-Weón... Teni la bolsa de regalo que compramos rota y con los pedazos esparcidos por todos lados. Nico... No soy Weón.

Eres mi pololo o mi pololo, elige (JaiNico) Donde viven las historias. Descúbrelo ahora