Sentado en la cama, sus manos se movían sin muchos ánimos, guardaba cada objeto, y mordía sus labios ante los recuerdos.
— Es un antichévere, no me deja jugar — miró de reojo la puerta cerrada —. Bueno, es que también me pasé con eso de agarrarlo contra la pared, decirle que el celo había vuelto, y arrodillarme frente a él; pidiéndole que me dejara jugar con su amigo el tieso — sonrió travieso —, pero funcionó ayer, tenía que intentarlo de nuevo —. Se bajó de la cama, y cerró la caja — nos veremos después, amiga mía —. Expresó guardándola en el clóset.
Antes de regresar a la suave cama, se miró en el espejo. Sus ojos brillaron al ver su cuerpo cubierto por la ropa del alfa. Delineó sus labios ante la sensación de cosquilleo en sus labios, acarició la pequeña mordida que le había regalado el azabache; justo antes de encerrarse en el baño, y dejarlo con las ganas de explorar nuevamente sus cuerpos.
Abultó sus labios ante el acto de haber sido privado de una ducha con el alfa. Cruzó sus piernas y se sentó en posición de flor de loto. Tomó un cojín y cubrió su entrepierna. Se sumergió en sus pensamientos, navegando en los recuerdos de esos días.
Tragaba saliva, mordía sus labios, y apretaba el esponjoso cojín. Su mente le estaba regalando una excitante película de todo lo ocurrido. Gruñó cuando recordó aquella voz en la oficina del alfa.
— Ay, ya se me bajó la calentura — sus ojos se perdieron en un punto fijo —. Oye, tú, mente, ¿por qué no hablamos con el alfa del demonio sobre esa mujer? — Se cruzó de brazos — Ah claro, estábamos bien calientes, y sólo queríamos sexo. Pero ahora quiero saber —. Gruñó — ¿Hace cuánto fue su intento de relación? ¿Se acostarían? No Tae, no queremos saber eso, es su pasado, ¿y que gano si me dice que sí se la metió? — Frunció el ceño — Me dan ganas de desgreñarla, ella puso sus garras en mi rayitas, ¡No me gusta! — Jaló sus cabellos — Por favor, TaeHyung, no puedes hacer dramas, tú también estuviste con alguien antes de entregarte a JungKook — puchereó sintiendo una punzada en su pecho — ¿Cuánto duraría su relación? Tengo que preguntarle... No. Mejor me quedo callado. Boca que no pregunta, garganta que no ruge por los celos—. Con frustración, pasó sus manos por sobre su rostro — ¡Pero quiero saber...!
— Con gusto responderé todo.
— ¡Las rayas de mi tigre! — Brincó saliendo de la cama — ¿Cómo dices que dijiste...? Espera, ¿Cómo es que escuchaste mis pensamientos?
— ¿Pensamientos? — Acomodó la toalla sobre sus hombros — Rayadito, estabas hablando en voz alta.
— ¡Maldición! ¡¿Por qué me pasa esto...?! — Sus ojos se centraron en el cuerpo recostado contra el umbral de la puerta —Ra-Rayitas, me estás seduciendo con esa imagen. — Mordió sus labios.
— No te estoy seduciendo, y no quieras cambiar de tema...
TaeHyung se acercó a pasos lentos, jugando con el borde de la camiseta. Sus ojos observaban con detenimiento el cuerpo del alfa. Aquel cabello totalmente húmedo, aun escurriendo cristalinas gotas de agua. Las perladas gotas resbalando desde la frente, pasando por las mejillas, quijada, cuello, clavículas, pectorales, muriendo en el borde del Jogger que dejaba ver un poco del elástico del bóxer.
— No lo estoy cambiando... — sus dedos se posaron en una gota de agua sobre el pectoral, y lo deslizó hasta el fuerte abdomen — creo que se me antoja llamarte como tanto quieres, y que me des hasta dejarme en cama por una semana.
JungKook tomó la muñeca, deteniendo los dedos inquietos que jugaban con la vena que sobresalía desde sus abdominales, y que moría en las profundidades de su intimidad.
— Rayadito...
El omega con su mano libre le apretó un pectoral, lamió sus labios y lo miró a los ojos.
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𝐌𝐢 𝐏𝐞𝐪𝐮𝐞𝐧̃𝐨 𝐑𝐚𝐲𝐚𝐝𝐢𝐭𝐨. ||+18|| 𝐊𝐨𝐨𝐤𝐓𝐚𝐞.
Любовные романыJeon JungKook, un híbrido tigre blanco de bengala se cruza en el camino de Kim TaeHyung, un tigre siberiano que corría en busca de seguridad. Pasarán la noche juntos sin imaginarse que aquel encuentro dejará un pequeño regalo. Jeon jamás pe...
