— Perdón, mi vida, pero ahora no puedo mantener mucha distancia contigo.
— Kookie, te quiero ver. — Estaba tan ensimismado en la sensación de libertad que le daba la lluvia, que no se había percatado de la presencia que lo mirada totalmente enamorado.
— Primero que todo... Tú no te vas a ir al apartamento caminando. — TaeHyung detuvo sus giros. — Segundo, aquí estoy para que me veas las veces que quieras.
— ¡Kookie! — Se abalanzó a los brazos del alfa. — Si sirvió llamarte con la fuerza de mi corazón. — Enredó sus manos alrededor del cuello del azabache, y este último no dudo en enredar sus brazos alrededor de la cintura del omega.
— Siempre llegaré hasta donde tú estés. — Lo levantó un poco del piso.
TaeHyung le sonrió, sus ojos brillaron en un verde esmeralda. — ¡Bésame, JungKook, bésame! Quiero un beso de mi rayitas.
— Rayadito, mi eterno amor... — Los ojos del alfa brillaron en un rojo rubí.
Ambos estando frente a frente, con sus ojos expectantes ante cualquier movimiento del chico que les acelera el corazón, y sus manos realizando tímidos movimientos sobre la ropa húmeda, se perdieron en el eco de la fuerte lluvia. Y con los destellos de luz en sus estrellados ojos, conectando su vida pasada, presente y futura, todo a su alrededor se detuvo, el tiempo y el espacio se habían esfumado.
Se acababan de encerrar en su pequeña burbuja, solo eran ellos, sus corazones y almas.
— Mi rayitas...
— Soy tu rayitas, tu alfa y lo que desees... — Con delicadeza hizo que los pies del omega tocaran el piso.
TaeHyung estaba perdido en aquel brillo rojizo que destellaba con intensidad en los orbes del alfa. — Rayitas, mi rayitas...
— Omega, mi omega, mi pequeño rayadito... — Los dedos del alfa acariciaron con delicadeza aquellos labios rosas.
— Necesito que me beses, bésame mi rayitas. — Sus labios hormigueaban ante el tacto del alfa.
— Mi omega. — Los orbes de la pareja brillaron con más intensidad.
— Mi alfa...
El animal interno del omega llamaba a su alfa, y el humano deseaba gritarle que era su alfa, y que él, Kim TaeHyung era su omega. Pero parecía que sus cuerdas vocales se negaban a liberar aquellas palabras que haría a cierto azabache brincar más que feliz.
A causa de la conexión que estaban teniendo en ese momento, con sus animales presentes en sus miradas; JungKook escuchó perfectamente aquello que no salía de los labios de su pequeño rayadito.
Sonrió enorme y se dijo que seguiría esperando el día en que aquellos labios pronunciaran lo que en su mente gritaba.
— Mi rayitas... — Le repetía una y otra vez. — Tus labios... Deseo probar de nuevo tus labios...
— Rayadito... — Abandonó las caricias de aquellos labios rosas, y sujetó la cintura del omega. — Te besaré las veces que tú quieras. — Alzó en el aire al omega, y este posó sus manos en los hombros del alfa.
— Bésame hasta que me hagas olvidar el dolor... — Hizo una mueca ante la punzada que sintió en la herida de su mano. — Bésame hasta que me dejes sin aliento. — Enredó sus brazos en el cuello de JungKook.
— Con besos y caricias, eliminaré de tu sistema cualquier dolor. — Juntaron sus frentes. — Seré tu medicina, una bandita para tu alma y corazón, tu lugar seguro... Seré todo lo necesario para liberarte mi amor.
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𝐌𝐢 𝐏𝐞𝐪𝐮𝐞𝐧̃𝐨 𝐑𝐚𝐲𝐚𝐝𝐢𝐭𝐨. ||+18|| 𝐊𝐨𝐨𝐤𝐓𝐚𝐞.
Lãng mạnJeon JungKook, un híbrido tigre blanco de bengala se cruza en el camino de Kim TaeHyung, un tigre siberiano que corría en busca de seguridad. Pasarán la noche juntos sin imaginarse que aquel encuentro dejará un pequeño regalo. Jeon jamás pe...