Capítulo XII

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Cómo pasa el tiempo, ya llevo aquí 14 días, mañana tengo que volver a enfrentarme a la realidad, a la realidad de verme sola sin él, a pasar por las calles que están llenas de nuestros recuerdos, un beso en este portal, otro beso en aquella esquina...

Philippe se ha portado genial conmigo, creo que puedo decir que he conocido todos los rincones y secretos de toda Francia, hemos estado cocinando en su restaurante, he probado todo tipo de comidas que ha cocinado solo para mí. Es un cielo de hombre, tiene el pelo oscuro y largo, no largo de ¡oh un hombre sirena! Pero lo suficientemente largo para ser sexy; tiene los ojos verdes y las pestañas más largas que le he visto a ningún hombre; su piel es morena y su cuerpo parece esculpido por el mismísimo Miguel Angel.
Se ha criado entre fogones porque su padre y su abuelo también eran chefs, por eso cuando tuvo edad suficiente para viajar cogió sus maletas y se fue a descubrir mundo. A su padre no le parecía bien pero cuando llegó y le entregó recetas de otros lugares que eran exquisiteces cambió de opinión.

-Hola Philippe, mañana ya vuelvo a España, a mi ciudad, ¿me podrás acompañar al aeropuerto?
-Pues no, no te voy a llevar al aeropuerto sin antes llevarte a un último sitio
-Y a qué estamos esperando.
Vamos en su Audi, y no me quiere decir donde vamos. Hemos aparcado y me ha traído a la torre Eiffel, que raro ya habíamos venido.
-Philippe siento decirte esto pero...
-Sí, sé que ya hemos estado aquí pero no hemos subido y no puedo permitir que te vayas de esta ciudad sin ver las vistas.

Ya estamos arriba, es impresionante, se ve todo París y cuando me doy cuenta él no está, donde se habrá metido.

-¿Philippe?
-Ven, aquí.
Increíble, esta vista es aún mejor
-Alice, debo decirte algo. Quédate.
-Qué, no, no puedo quedarme, es una locura.
-En esta vida todo se puede, sólo se debe querer.
-Philippe...

Una historia cualquieraWhere stories live. Discover now