Capítulo 2

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El pelirrojo estaba sorprendido, Deidara es lo más cercano que él tiene a un amigo y lo conocía muy bien. Sabe que se pone como un psicópata cuando le insultan sobre su cabello, que grita y amenzaza a quien lo haga. Pero con Yumiko solo se mostró ofendido. Algo le pasaba, pero ¿para qué se iba a meter en sus asuntos? Después de todo, Sasori es una persona inexpresiva, sin sentimientos, no mostraba nada. Igual que su compañero Itachi y su líder Pain-sama.

La Hyūga era muy intimidante, a pesar de tener un cuerpo que parecía de porcelana, hicieron muy bien en reclutarla a Akatsuki, pasará desapercibida para muchas misiones. Además, poseía el Byakugan, y esa marca verde en la frente apenas se le notaba, Sasori se preguntaba cómo esa chica pudo haber escapado de su maldición. Al fin y al cabo no le importaba, sólo será una compañera más, que seguro haga equipo con Tobi, el inepto de la máscara.

—Llegamos. Aquí es donde vivirás a partir de ahora. Te recomiendo que no te lleves mal con nadie, de lo contrario pueden hacerte la vida imposible.

—Como digas, Sasori —respondió la chica, igualmente sin ninguna emoción reflejada en su cara.

Al ver la casa de Akatsuki, Yumiko pensó; ¿en qué mierda me he metido? Esta casa es muy... común. Y es que así era, en medio del bosque había una casa de campo, no muy grande, pero con suficiente espacio para diez o más personas. Estaba hecha de madera de roble y a simple vista, era muy acogedora. Bueno, será para que no llamen la atención, reflexionó la Hyūga. La chica suponía que se iba a encontrar con una guarida de verdad; camuflada y si es posible bajo tierra. Miró a Sasori, que no mostraba expresión alguna, ¿estará de broma al decirle que esta era su "guarida"?

—A Pain-sama no le gusta estar bajo tierra, pensó que una casa común y corriente no llamaría la atención. En parte, le sirvió un poco —Le dijo como si leyera los pensamientos.

—Ya veo...

Yumiko volteó en dirección a Deidara, este tenía la mirada perdida y seguía con una mano en su flequillo, como si verlo cambiaría su forma. A ella no le importó y entró a la casa sin más.

—Kakuzu, viejo tacaño ¡Devuélveme mi medallón! ¡Es una ofrenda para Jashin-sama! —lo primero que escuchó la chica fue el grito de un hombre, unos años mayor que ella, con el cabello blanco y ojos violeta.

—Estás loco Hidan —dijo el tal Kakuzu—, esto se vende como pan caliente en el mercado de Sunagakure.

—Kakuzu-sempai, es malo robarle a la gente.

—¡Somos criminales! Es normal, Tobi.

Esas tres personas era igual de raros a su manera. Comenzando porque el llamado Kakuzu tenía unos ojos muy extraños y a la vez misteriosos. Además, se cubría casi toda la cara por completo, dejando a la vista solo sus ojos para poder ver con claridad. Por otra parte, estaba el otro chico que respondía al nombre de Tobi. Este llevaba una máscara, y solo con un agujero para poder ver, era muy extraño.

El grupo recién llegado se quedó por unos segundos parados en la puerta. Y casi al instante, los demás captaron su presencia, más que todo por la mirada indiferente que Sasori les mandaba como dagas. El albino se fijó en Yumiko y formó una sonrisa algo escalofriante.

—Vaya vaya... miren a quién tenemos aquí... —Hidan se acercó a la chica, mirándola de arriba a abajo—. Mi instinto no me falla, sabía que estarías buena.

—Aléjate de mí. No vine a hablar contigo —respondió con asco al enterarse de sus intenciones.

—¿Te haces la difícil? Ya caerás, muñeca...

¿Crees que me harás explotar? [Deidara]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora