Capítulo 3

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Deidara seguía en su cuarto, echado boca arriba sobre su cama, pensando en esa chica. Diablos, ¡Era hermosa! Al empujarlo contra ese árbol, pudo ver de cerca su cara, y desde ese momento sólo una pregunta pasaba por su cabeza, ¿Cómo una mujer tan linda y delicada puede ser tan fría y decidida? Eso era lo que más le llamaba la atención al rubio, eso y su Byakugan. Esos ojos... Tal vez tendrían menos poder que el sharingan, pero para Deidara, eran perfectos. Quería a Yumiko sólo para él, sin compartirla. Y la persona que más ha hablado con ella, es Danna. Así que fue a preguntarle.

La habitación de Sasori era muy oscura, con la única luz de sus velas, todo estaba lleno de marionetas. Siempre que a Deidara se le ocurría entrar ahí, se tropezaba por lo menos con una pieza de sus muñecos. Y esta vez, fue con un brazo de madera.

—Oye Danna, deberías poner unas luces o algo a tu habitación, tarde o temprano te quedarás ciego ¿No crees?

—Sé por donde caminar, es mi habitación. Y yo no te llamo para que vengas aquí. A todo esto, ¿Se te ofrece algo?

—¿Cómo hiciste para que Yumiko te preste más atención?—el rubio seguía algo fastidiado por eso.

—No me prestó atención, sólo prefirió consultarme a mí en vez de a ti. No te recomiendo que trates de hablarle.

—No puedo, es perfecta...

—Nadie es perfecto.

—Créeme que esa frase dejo de tener sentido cuando nació... Ella es el arte en persona y quiero que explote.

—El arte debe de ser eterno.

—¡Joder Danna! ¿Cuántas veces te debo repetir lo mismo? ¡El arte es una explosión!

—Bueno, si eso crees. Si crees que Yumiko es arte, ¿No te sentirías mal al "hacerla explotar"?

—Eh...—Deidara se sintió mal. Su compañero tenía la razón—Eso hará que valga mucho más para mí mientras esté viva.

—Te conozco bien, Deidara. No quieres eso.

—Hum... Puede que...

—Sasori,—interrumpió el Uchiha desde la puerta—Pain-sama ya llegó, quiere hablar con Yumiko.

—Bien, ahora la llamo—Itachi salió de la habitación.—Ya lo oíste, tengo que decirle que Pain-sama está aquí. Con permiso—El pelirrojo estaba a punto de salir de la habitación, pero Deidara lo detuvo.

—Alto, alto, deja que yo se lo diga, por favor Danna.

—Como quieras—El rubio sonrió y fue directo al cuarto de la Hyuga.

Primero tocó la puerta, pero nadie respondió. Decidió entrar sin más a la habitación encontrándose con la chica echada en su cama, durmiendo. Deidara dió un suspiro, esa chica lo volvía loco, hasta dormida es muy hermosa.

—Hey, Yumi-chan...—se acercó a su cama silenciosamente.

No se había percatado de que en su rostro, estaban unas cuantas lágrimas, ¿Esa chica estuvo llorando? Era difícil creer que alguien como ella tenga un punto débil. Deidara se sentó en el borde de la cama y le secó sus lágrimas con su pulgar. De repente, su Byakugan se activó; la marca que tenía en su frente tomó un color mas brilloso.

—¡Oye, despierta!

La chica se agarró la cabeza y murmuraba cosas que Deidara no lograba escuchar. Él la movió para despertarla—claro, con las bocas de sus manos cerradas—y cuando por fin abrió los ojos, su Byakugan se desactivó. Al darse cuenta que el rubio se encontraba ahí sentado, lo empujó, apartándolo de su lado.

¿Crees que me harás explotar? [Deidara]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora