Capítulo 8.

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Narra Erin.


Me empiezo a despertar notando una leve presión en mi cintura y abro los ojos lentamente para encontrarme a un Jayden muy dormido a mi lado en el sofá. No puedo evitar esbozar una pequeña sonrisa al verlo dormir tan pacíficamente aún cuando siempre parece un chico muy estresado.


Empieza a moverse y pocos segundos después abre sus ojos para encontrarse con los míos.


- Buenos días... -Digo susurrando y me da una pequeña sonrisa.

- Buenos días. -Intenta estirarse pero al ser un sofá tan pequeño como para caber los dos, Jayden acaba en el suelo.


No puedo evitar empezar a reírme.


- ¿Estás bien? -Pregunto sentándome en el sofá.

- Mejor que nunca. -Dice aún con la voz ronca de haberse despertado un minuto atrás.

- ¿Tengo que tomármelo como una ironía? -Digo divertida.

- Tómatelo como quieras. -Dice y hace el intento de levantarse pero al parecer su flojera le gana y termina nuevamente en el suelo. -Un ratito más tumbado no me hará daño.

- Eres un flojo.

- Gracias querida, no sé de quién se me habrá pegado toda esta flojera.

- Desde luego que de mí no. -Digo riéndome.

- Te tengo una sorpresa muy agradable. -Dice con una sonrisa maligna y ya sé que lo que va a decir no me va a gustar para nada.

- Esperemos que sobreviva a la noticia... A ver, dime.

- Devon vendrá a desayunar.


Bien, esta no la veía venir.


- ¿Por qué el puto rubio teñido viene a mi casa a desayunar?

- Porque es mi amigo y él tiene permiso de tus padres para estar en esta casa. -Dice sacándome la lengua infantilmente.

- Será un infierno.

- La verdad es que no sé de qué te quejas, siempre te ríes mucho con él por las gilipolleces que dice.

- ¡Pero es un puto rubio teñido! -Digo excusándome.

- Sí, un puto rubio teñido que ni es rubio ni teñido. Aunque lo de puto no te lo discuto.

- Eso ha rimado.

- Es que soy un buen poeta.

- Más quisieras ser bueno en algo.

- Hay muchas cosas en las que soy bueno. -Dice levantando las cejas pervertidamente y le lanzo un cojín a la cara.

- Déjate de cerdadas si no quieres que en vez de un cojín sea una bola de bolos. -Digo mirándolo mal y él me mira horrorizado.

- Vivo con una psicópata, por favor, que alguien me salve. -Dice mirando al techo y me río.

- Eres un idiota.

- Un idiota que debería levantarse ya para prepararle el desayuno a tres bestias y un puto que debe venir en camino.

- Con que le prepares el desayuno a las tres bestias está bien, el puto puede morir de hambre, tampoco pasará nada...

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