3. De cuando haces que tu novio se preocupe.

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Era un caluroso viernes once de octubre, pero el otoño casi pasaba desapercibido entre los habitantes de la hermosa ciudad de Miami, quienes debían buscar indicaciones de que las estaciones existían, ya que en ese lugar era eternamente verano.

Y justamente era eso, el calor, lo que despertó a la chica que dormía en el largo sillón de cuero de su sala, con un cuaderno abierto sobre su estómago en una lección sobre la revolución francesa. Se sentó de golpe luego de haberse quedado sin aire debido al calor, haciendo que su cuaderno caiga al suelo, y se sintió frustrada por no poder recordar su sueño. En uno de los sillones individuales, la respiración acompasada de Snow hacía que su cuaderno, abierto en la misma lección, subiera y bajara a medida que su tórax lo hacía. Fay buscó a tientas a Summer, con los ojos entreabiertos, ahora que se fijaba bien, su sala era demasiado luminosa.

No tuvo que buscar a su amiga por mucho tiempo ya que, al querer ponerse de pie, piso la mano de Summer y la chica soltó un grito muy agudo, despertando a Snow y, tal vez, a todo el vecindario.

- ¿Qué pasa? - Snow se puso de pie en un brinco y también tiró su cuaderno de historia al suelo.

- Fay me amputó la mano - exageró Summer, sacudiendo su mano derecha para aliviar el dolor.

- ¿Qué hora es? - Fay ignoró a sus amigas y se frotó los ojos con el dorso de sus manos.

Summer miró la pantalla de su celular. - Son las once cuarenta y siete; dormimos casi dos horas - soltó con un suspiro cansado.

Los padres de Snow salieron de viaje ese día por la mañana y estarían ausentes todo el fin de semana; ella debía ir a la casa de su abuela, pero Fay le ofreció su casa y, tras casi una hora de ruegos, los padres de Snow aceptaron que se quede en casa de su amiga. Summer, por otro lado, tuvo que rogar un poco más que su amiga de cabello rubio, pero al final consiguió quedarse todo el fin de semana con sus amigas.

Como el lunes tenían una exposición importante de historia que equivalía a la mitad de su nota final, y su tema era la revolución francesa, habían decidido estudiar juntas ese viernes.

Snow suspiró cansadamente. - Cuando dije "hagamos algo productivo", no me refería a estudiar.

- Si estudiamos hoy, podremos salir mañana, volvemos a leer un poco el domingo y el lunes exponemos excelente - afirmó Fay, sonriendo ampliamente.

Summer comenzó a hojear su cuaderno, buscando la lección que debía estudiar. -Fay tiene razón, con un poco de suerte, Dean aceptará llevarnos a algún lado en su nuevo auto - el padre de Dean le había regalado a su único hijo un auto como regalo de graduación adelantado, ya que él no podría estar ese día por motivos de trabajo en el extranjero.

- Sólo hace falta que Fay se lo pida, el aceptará sin poner objeciones - aseguró Snow, bostezando mientras hablaba.

Fay sonrió y negó con la cabeza, sabía que era cierto, pero no comentó nada sobre el tema. Sintió su celular vibrar en el bolsillo derecho de sus jeans en cuanto el reloj dio las doce en punto; sólo una persona sería capaz de llamarla a media noche. - Hablando del Rey de Roma... - dejó inconclusa la frase y sacó su móvil, atendiendo luego de comprobar el nombre de Dean en el identificador - ¿Dean? - saludó en voz baja.

El chico suspiró aliviado. - Hola, hermosa, ¿en dónde estabas?, ¿por qué no atendiste las primeras veces que llamé? - habló de manera atropellada. Dean había llamado a Fay catorce veces en una hora; él sabía que ella trasnochaba y que sería casi imposible que a las once de la noche ya se encontrara durmiendo, así que se preocupó en cuanto ella no contestó sus llamadas.

- Lo siento, no me di cuenta de que me habías llamado antes, ni siquiera miré mi celular, lo tuve en el bolsillo y en modo de silencio todo el día. Me quedé dormida estudiando con las chicas - explicó. Alguien le arrojó una almohada y miró enojada en la dirección por donde el proyectil había sido arrojado. Summer y Snow movían los labios sin emitir ni siquiera un susurro, pero no entendió nada hasta que Summer gesticuló de manera pausada la frase "pregúntale sobre mañana" - Uhm..., ¿Dean? - tanteó el terreno. El novio de Fay estaba de muy buen humor últimamente por las constantes victorias de su equipo de rugby, pero ella no quería abusar.

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