2. De cuando un mal día termina bien.

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Fay redujo la velocidad y caminó casi tímidamente hasta la mesa de su novio, con la mirada de casi todos en la cafetería taladrándola. Dean estaba de espaldas a ella, pero se giró cuando Brandon, uno de sus amigos, pateó su pie y le señaló con la cabeza el lugar por donde Fay se acercaba. Dean suspiró cansadamente al verla y mil imágenes de una nueva pelea invadieron su mente.

- ¿Podemos hablar?

Dean se puso de pie al oír el tono de voz de Fay, no era amenazante ni tosco, era arrepentido y amable, casi un susurro. La camisa blanca mangas largas perfectamente planchada de Dean estaba dentro del pantalón beige; su corbata dorada a rayas rojas contrastaba con el saco azul marino, pero combinaba con los pantalones, así era el uniforme masculino del Lexbrenloe College.

El chico suspiró. - Claro, vamos.

Fay caminó frente a él y lo enfrentó en cuanto, según ella, llegaron a un lugar un poco más privado. Ambos eran conscientes de que sólo tenían cinco minutos antes de que la campanilla del final del almuerzo suene, así que debían hablar sin rodeos.

- Dean, no digo esto muy a menudo, así que intenta comprenderme cuando hablo - soltó un corto suspiro -. Lo siento; lamento haberte dicho que eres el peor novio del mundo, lo siento por lo de "estoy perdiendo mi tiempo contigo" y, por sobre todo, lamento haberte dicho que odio tus estúpidos ojos - sonrió un poco -. La verdad es que amo tus estúpidos ojos.

El pelinegro sonrió ampliamente. - Y yo lamento haberte dicho que eres una psicópata y que deberías dejar de ser tan dramática.

Fay sonrió y se abrazó al chico que tenía enfrente. - Oh, lo olvidaba, también lamento haber dicho que eres el jefe de los tontos y un tarado.

Dean frunció el ceño. - No dijiste eso.

- No te lo dije, pero lo pensé - Dean terminó el abrazo, se alejó un poco de ella, sonriéndole para que no pensara que se había enojado por su confesión, y luego se inclinó un poco para besarla, ya que él era varios centímetros más alto que ella. Fay se quedó pasmada, Dean nunca la había besado en la escuela, decía que era arriesgarse demasiado.

- Nos vemos más tarde, ¿sí? - dudó él, luego de haber terminado el beso. Fay sólo pudo asentir -. Tengo práctica hoy, pero intentaré ir a tu casa esta noche, ¿está bien? - ella de nuevo asintió, el chico sonrió y corrió hacia su mesa junto a sus amigos mientras pensaba en que hoy debía hacer lo que sea para salir más temprano de su práctica.

Fayetth regresó dando saltitos hasta su mesa, donde sus amigos fingían no haber visto nada, cuando en realidad sus ojos no se despegaron de ella desde que abandonó esa misma mesa minutos atrás.

- ¿De qué hablan? - preguntó Fay, tomando asiento junto a Alex y Summer esta vez.

- Carritos de bebés - Matt mintió pésimamente, recibiendo miradas de furia y desaprobación de todos sus amigos excepto Fay, quien comenzó a reír.

- Ah, ¿sí? - alzó las cejas -, que lástima que se distrajeran en su plática y no hayan visto cuando golpeé a Dean.

- No lo golpeaste - discutió Snow -. Te estuvimos viendo todo el tiempo y no te vimos golpeándolo, al contrario, lo... - Snow ahogó un gemido y no pudo terminar la frase porque Summer pateó su pierna bajó la mesa. El timbre sonó, anunciando el fin del almuerzo, y los cuatro amigos de Fay se alegraron por primera vez de tener que asistir a la clase de matemática.

- ¿Cómo vas vestida a la práctica de rugby de tu novio? - preguntó Fay, mirándose al espejo y probándose varias ropas que sacó de su armario. Sus amigas habían ido directamente a su casa luego de la escuela, pasaron juntas a buscar a Megan y fueron a almorzar a la casa de Fay para acompañarla a la práctica de Dean -. No quiero ir con short y que piense que voy para coquetear con sus compañeros, pero tampoco quiero ir en jean porque me mata el calor.

MISTAKELANDDonde viven las historias. Descúbrelo ahora