Epílogo

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POV Anne

Volví a mirar la hora en mi móvil, preguntándome dónde demonios estaba todo el mundo al tiempo que suspiraba fuertemente. Me habían dicho que estarían todos en el aeropuerto esperando para recogerme.

Suponía que iban a ser puntuales porque pensé que tendrían ganas de verme después de haber estado cinco años viviendo en diferentes continentes.

Me explico: al acabar el instituto me fui a Alemania a estudiar en la universidad la carrera de comercio exterior y relaciones internacionales, y aunque había vuelto a casa por Navidad y en verano varios años, creía que todos estaban tan emocionados de verme como yo de emocionada por verles a ellos.

-¿Anne? - Oí que alguien decía detrás mio, por lo que giré sobre mis talones para ver quien era el que me llamaba.

-¿Tobías? - Miré con sorpresa al moreno parado frente a mí, pensando que era alguna clase de producto de mi imaginación.

-Es Thomas en realidad - Contestó él. Me sorprendí realmente al verlo porque pensé que estaba en Vancouver grabando una película. Estaba exactamente igual que como le recordaba, aunque puede que un poco más alto. Me detuve unos segundos y le escaneé con la mirada. Hacía tanto que no le veía... De repente un montón de recuerdos se agolparon en mi mente. Thomas Adams volvía a estar frente a mí, y me miraba igual que como lo hacía casi cinco años atrás - ¿De dónde vienes? - Su voz me sacó de mis pensamientos, y me vi obligada a mirarle de nuevo a los ojos. Antes agitando un poco la cabeza para salir de mi ensimismamiento.

-He estado en Alemania - Levanté levemente las maletas que sujetaba en cada mano, que, por cierto pesaban una barbaridad, para hacer énfasis en mi frase -Estoy esperando a que venga mi prometido - Añadí después de un corto silencio mientras estiraba la mano y alargaba mis dedos, enseñando mi anillo de compromiso.

-¿Te vas a casar? - Preguntó él abriendo levemente los ojos, a lo que yo asentí - Vaya, eso es muy raro, porque resulta que yo estoy aquí esperando a mi prometida - Fue su turno de enseñarme el anillo que decoraba su dedo anular, y se acercó un poco a mí, para darme una visión mejor de éste - que también viene de Alemania - Dio otro paso hacia mí al decir aquello, volviendo a meter las manos en los bolsillos de su abrigo con aire despreocupado.

-Wow, eso sí que es raro - concordé yo, y también me acerqué, quedando a centímetros de su cara. Tan cerca estábamos que pude notar como su cálido aliento chocaba contra mi rostro. Tuve que levantar la cabeza para poder verle a los ojos, debido al par de centímetros que había adquirido en ese tiempo en el que no nos habíamos visto.

-Ya lo creo, aunque la última vez que la vi llevaba una mecha blanca en el pelo - Cogió suavemente el mechón de pelo del lado izquierdo de mi cabeza que había tenido teñido hasta hacía unas semanas, cuando decidí quitarme el color blanco y volver a dejarlo marrón - Te contaré algo: antes de venir aquí me he liado con una de sus mejores amigas - Soltó mi pelo y rodeó mi cintura con sus brazos, atrayéndome a él.

-¡Oh! Cállate - Le dije intentando contener una sonrisa mientras le golpeaba suavemente el hombro. Puse mis manos en sus hombros y acorté los pocos centímetros que nos separaban uniendo nuestros labios en un fogoso y pasional beso. No pude evitar sonreír debido a la patética bienvenida que nos acabábamos de dar, fingiendo no reconocernos, cuando la verdad es que desde que le había visto ahí de pie, me había costado no lanzarme a sus brazos para besar a mi futuro marido.

No me llames princesa #Wattys2016Donde viven las historias. Descúbrelo ahora