'Del salón en el ángulo oscuro'
Ese fue el verso que se le metió en la cabeza a Anne, y no conseguía dejar de pensar en él.
No recordaba cómo seguía el poema de Bécquer que habían estudiado en clase, pero sin embargo estaba segura de que el poeta pretendía describir en aquellos versos una situación como en la que ella se encontraba en ese momento.
Y es que el sentimiento que se apoderaba de ella era puro pánico y temor al darse cuenta de que estaba encerrada en un armario con casi todo a oscuras junto a un acosador psicópata.
-¿Qué mierda haces tú aquí? - cuestionó ella cruzándose de brazos e intentando sonar lo mayor seria posible. Aunque, de todas formas, le fue imposible cubrir aquel deje de sorpresa e inquietud que se apoderó de su voz y de su expresión.
-Un placer verte a ti también, princesa - Respondió él y Anne le notó más cerca de lo deseado.
Si mal no recuerdo ella se había propuesto olvidarse de Thomas, y por ende, de todo lo que tuviera que ver con él. Aunque, por supuesto, eso iba a resultar bastante difícil estando siete minutos encerrada con él en un armario.
Sin hacerle ningún caso a Anne, Thomas avanzó hacia ella, haciéndose un corto camino dentro del armario. Debido a esto, la morena alzó los brazos estirando las palmas de las manos, provocando que éstas chocaran contra el pecho de Thomas.
-Dije manos quietas - Habló ella manteniendo una postura rígida. Thomas le contestó acompañando sus palabras con una risa ronca:
-En realidad, dijiste que me cortarías los testículos - Cuando aquella frase salió de sus labios, Anne estaba segurísima de que Thomas estaba sonriendo en aquel momento. Sonriendo con esa estúpida sonrisa tan característica suya -. Lo que me lleva a lo siguiente: Eres tú la que me está tocando.
Contraatacó el joven acercándose y provocando que Anne doblara un poco los brazos al tiempo que soltaba un bufido. Llevaban al menos ahí dentro un minuto, y eso significaba, en parte, que Anne se estaba empezando a acostumbrar a la tenue luz que les iluminaba. Frente a sus ojos ya se hacía más visible la silueta de Thomas, desde su pelo revuelto hasta su chaqueta y pantalones.
-¿Qué tú me sigas tocando significa que yo también te puedo tocar a ti? - Inquirió Thomas cual niño pequeño que pide una gominola.
-¿Qué parte de aléjate no has entendido? - Respondió ella cortante, decidida a no dejar que Thomas la arrastrara a su estúpido jueguecillo.
-Últimamente te veo más tensa y borde - Contestó él -. Tampoco es que me esté quejando. Sólo me gustaría saber que es lo que he hecho para que estés así conmigo.
Anne aflojó su agarre el la camisa del muchacho hasta el punto de soltarle por completo y dejar que sus brazos cayeran a ambos lados de sus costados. Estaban un poco entumecidos al haber estado tan rígidos.
-¿Es porque te besé? - Esa pregunta realmente sorprendió a Anne, quien no se esperaba nada parecido. La verdad es que le sorprendió bastante que Thomas le sacara a la luz aquel tema. Tema del cual no habían hablado hasta entonces.
De todas maneras, la sonrisa en los labios de Thomas provocaron que dentro de ella surgiera la necesidad de dejar claro que no le apetecía seguir con todo eso.
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No me llames princesa #Wattys2016
Dla nastolatków-¿Qué puede ser mejor que estar conmigo, princesa? -¿Es acaso esa una manera cutre de ligar? Además, se realista ¿Quién, en su sano juicio, querría salir con alguien con el ego más alto que el Everest? - Dijo Anne ignorando cómo la había vuelto a ll...