Capítulo 11 (Cenicienta y novio ideal)

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Maratón 4/4

POV Audrey

—¿Qué quieres ver hoy? ¿Divergente o Cenicienta? —me preguntó Jay.

—¿Tú qué crees? —contesté. El sonrió y metió el DVD de Cenicienta.

¿Qué queréis? Estaba cansada y sólo quería relajarme.

Jay se sentó en el suelo a mi lado pero le obligué a levantarse a por chocolate y palomitas. Cuando volvió le dio a "play" y la película empezó. Se sentó a mi lado y me rodeó con sus brazos. Yo apoyé mi cabeza en su pecho. No llevábamos ni diez minutos de película cuando oímos la puerta de casa abrirse y el grito de mi madre de "¡¡Ya hemos llegado!!"

A los pocos segundos la puerta de mi habitación se abrió y mamá y mi hermana Tracy entraron.

—¿La estáis viendo sin mí? —dijo tristemente Tracy al vernos. Corrió y se sentó al otro lado de Jay, cogiendo su brazo y pasándoselo por encima de los hombros. Jay se rió y se acomodó entre las dos.

—Bueno, yo me voy a la cama ya, que estoy agotada —dijo mamá, y antes de salir añadió— ¡Oh!, y como el ensayo de ballet de Tracy se ha alargado no hemos podido ir a cenar así que darle algo de comida.

Yo asentí y levanté la barra de chocolate. Ella puso cara de que no le parecía una buena idea, pero no dijo nada. Supongo que porque sabía que si se quejaba iba a tener que cocinar algo, cosa que seguramente le daba mucha pereza.

Cuando acabó la película me di cuenta de que estaba llorando. "¡Es una película tan bonita!" Pensé. Vale, puede que estuviese muy sensible.

Jay cargó a Tracy en brazos ya que se había quedado dormida. Normal, era bastante tarde para una niña de siete años.

La llevamos a su habitación y la dejamos en su cama. Luego fuimos otra vez a mi cuarto.
Aún en el oscuro pasillo Jay, que iba detrás mío, me cogió la mano y tiró de mí hacia él, haciendo que mi espalda chocara contra su torso. Inundó su cabeza en mi pelo antes de apartarlo con la mano. Plantó un pequeño beso en mi clavícula, lo que mandó escalofríos por toda mi espalda. Yo contuve la respiración y estiré la cabeza hacia atrás, facilitándole la entrada a mi cuello, desde donde dejó un rastro de besos hasta mi mandíbula.

—Debería ir llendo a casa —dijo entre besos—. Mi madre me estará esperando.

Me giré quedando frente a él. Notaba su cálida respiración chocar contra mi rostro.

—Si, deberías —dije antes de acortar los pocos centímetros entre nosotros para juntar nuestros labios.

Puso sus manos en mi cintura, para luego rodearla con sus brazos. Yo estiré mis brazos alrededor de su cuello y empecé a jugar con su pelo. Tuve que ponerme de puntillas ya que él era más alto que yo.

Muy a mi pesar me vi obligada a separme de él para tomar aliento y llenar mis pulmones con oxígeno o si no moriría axfisiada. Una sonrisa pícara se extendió por su rostro antes de que me diera un beso en la frente.

Me volvió a coger de la mano y echó a andar. Entramos en mi habitación y cerró la puerta tras de sí. Volví a encarale y le di un pico en los labios, pero esta vez fue él quien se separó empujándome por los hombros delicadamente.

No me llames princesa #Wattys2016Donde viven las historias. Descúbrelo ahora