Dos semanas después las cosas habían vuelto a la normalidad para Anne. Sorprendentemente para ella, hacía días que Thomas no la molestaba ni llamaba, ni siquiera mandaba mensajes.
En parte eso era preocupante ya que había sido completamente de repente, como si le hubiera pasado algo, pero por otro lado, se le había quitado un enorme peso de encima desde que no tenía que preocuparse por los fotógrafos y periodistas, que se habían esfumado a la vez que Thomas.
De todas formas, no todo era paz en su interior, ya que aunque estaba segura de que no quería nada romántico con Theo, tampoco quería rechazarle de una manera muy borde, y mucho menos quería perder su amistad.
Y es que Anne no sabía si él lo había hecho aposta, pero justo en el momento en el que ella estaba más dolida por todo lo que pasó con Thomas, fue cuando Theo estuvo más atento con ella, preocupándose por su bienestar.
Esa acción por parte del muchacho no había estado planificada, pero cierto es que había sido una coincidencia beneficiosa para su propio bien el que Anne se encontrara mal cuando él se acercó a ella.
En el instituto el día ya había sido suficientemente horrible, pero cuando llegó a casa, todo se puso peor.
Por sugerencia de Eleanor, había comenzado a leer Orgullo y Prejuicio, pero los personajes principales le caían tan mal que le resultaba difícil seguir leyendo. Estaba a punto de lanzarlo donde fuera y olvidarse de él cuando una línea captó su atención:
-Podría perdonar más fácilmente su vanidad si no hubiera herido la mía.-
Sin saber muy bien por qué, esa frase se le metió en la cabeza, y, por muy estúpido su suene se le quedó cono esas canciones que odias pero que, sin embargo, no eres capaz de dejar cantar.
Trató de seguir leyendo, pero esas palabras seguían rebotando en su cerebro. Pasó la página y leyó las líneas una y otra vez, intentando averiguar por qué la perturbaban tanto cuando fue interrumpida por el sonido del timbre de la puerta.
-¡Gracias a Dios! - dijo aliviada por tener una razón por la que dejar el libro. De un salto salió de la cama y corrió escaleras abajo. -¡Voy yo! - gritó - ¡Solo un segundo!
Abrió la puerta delantera sin saber muy bien a quién esperar, quizá sería una de sus amigas, quienes habían dicho que a lo mejor se pasarían luego. Sin embargo, el hombre de su porche era un cincuentón regordito y pelirrojo. Usaba un desfavoreceror uniforme azul y un sombrero que no le combinaba. En la etiqueta de su chaqueta se podía leer "Bobby". Estaba sosteniendo u ramo de flores en su mano derecha y sujetaba una carpeta bajo el brazo.
-¿Es usted Anne Black?- preguntó.
-Umm... Sí - respondió extrañada.
Los ojos del hombre se entrecerraron al tiempo que se ensanchaba su sonrisa. Sacó de la carpeta que portaba unos papeles y dijo:
-Firme aquí, por favor. Y por cierto, felicitaciones.
-Umm... Gracias - "la situación se está volviendo cada vez mas rara" pensó ella mientras le devolvía el portapapeles y el bolígrafo que él le había prestado.
-Esto es para ti - dijo antes de pasarme el ramo, que vio que era de rosas rojas, y se sacó un sobre blanco de su bolsillo trasero. - Eres una chica afortunada, generalmente no hago este tipo de entregas para gente de tu edad - su sonrisa se ensanchó aún más, si es que eso era posible... - ¡Amor juvenil!
Anne tuvo que morderse la lengua para no soltarle ninguna bordería a ese buen hombre, pero justo en aquel momento no se sentía amada para nada, y mucho menos quería que nadie le recordase sus dilemas. De todas formas, aquel señor seguía hablando.
-Tu novio debe ser muy conservador, ya no muchos jóvenes son así de atentos con sus parejas.
¡¿Novio?! ¿De qué demonios estaba hablando? ¿A quién se refería? ¿Había sido Theo?
Anne le dio las gracias al repartidor y cerró la puerta. Más adelante se sintió mal por haber podido pensar en algún momento que Theo no era completa y totalmente encantador. Era todo un detalle por su parte todo lo que él estaba haciendo por ella. Y eso ya era el colmo de todo lo bueno que alguien podía hacer.
Posó el ramo sobre la mesa de la cocina y abrió el sobre. Esperando encontrar dentro una carta perfectamente redactada. Ese era el tipo de cosas que Anne no estaba acostumbrada a recibir, pero a Theo parecían dársele bastante bien. En verdad ese chico tenía un don con las palabras.
Pero la letra de la carta que Anne sujetaba en sus manos definitivamente no era la de Theo, y en ese momento había mucho más que asimilar.
'Anne:
Desde que has decidido empezar a ignorarme y, si mal no recuerdo, el sonido de mi voz te causa querer siucidarte, he decidido que voy a decirte como me siento a través de esta carta.
No voy a negar que tuvieras razón. Todo lo que has dicho sobre mí alguna vez ha sido cierto. Pero también es verdad que no es mi orgullo y vanidad lo que me incita a buscarte. Sé lo cínica que eres y que probablemente vengas con alguna respuesta irritante cuando leas esto, pero la verdad es que te acecho porque de verdad creo que me estoy enamorando de ti.
Eres la única capaz de ver a través de mí. Me pusiste en mi lugar y sin embargo eres la única que me entiende de verdad. Eres la única lo suficientemente valiente como para criticarme. Puede que la única que se haya fijado lo suficiente en mí como para encontrarme defectos, y claramente me has encontrado muchos.
Pienso en ti mucho más de lo que cualquier hombre será jamas capaz de admitir. Y estoy enfermo de celos por todos los demás chicos que sí que pueden acercarse a ti cuando quieren. Seguir sin ti es imposible. Nadie más me hace querer sentirme tan ridículo intentando escribir cartas tan cursis como esta.
Solamente tú.
Pero también sé que tengo razón. Sé que tú también estás enamorada de mí, aunque insistas en alejarme. Puedes mentirte todo lo que quieras, pero en algún momento la realidad te golpeará en la cara, y yo estaré esperando a que suceda.
Con amor,
Thomas'
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No me llames princesa #Wattys2016
Teen Fiction-¿Qué puede ser mejor que estar conmigo, princesa? -¿Es acaso esa una manera cutre de ligar? Además, se realista ¿Quién, en su sano juicio, querría salir con alguien con el ego más alto que el Everest? - Dijo Anne ignorando cómo la había vuelto a ll...