Damon miró nuevamente su reloj. Eran las tres y media de la tarde. Estaba en el mejor restaurante de la ciudad, donde siempre comía. Llevaba ya veinte minutos desde que había quedado con Anthea para almorzar, como ya se había hecho habitual desde que había llegado para ser su secretaria suplente.
Le molestaba que las personas que quedaban con él no llegaran a la hora que acordaban.
Y en ese momento estaba de mal humor. Y no solo en ese momento. Ya llevaba más de una semana de mal humor.
No dejaba de pensar en Elizabeth. Parecía que esa mujer se le hubiera metido en la cabeza para siempre. No dejaba de recordar su rostro cuando le dijo que Anthea iba a ser su nueva secretaria. La había visto triste y perdida. Le había dado pena verla así. Pero tenía que hacerlo. Tenía que dejar que Anthea se ocupara de todo aquello. Tenía que ser Anthea la que se ocupara de sus cosas más personales, tenía que ser ella la que tuviera cerca, no Elizabeth Miller porque de lo contrario, si volvía a tenerla tan cerca de su persona, iba a cometer una locura. Y no quería que todas sus fantasías se hicieran realidad.
Rió irónico. ¿A quién iba a engañar?
Quería que todas y cada una de sus fantasías con Elizabeth se hicieran realidad.
Vio cómo por la puerta del restaurante entraba Anthea con una hermosa sonrisa pegada en el rostro y se olvidó de todo. Hasta de su enfado por su retraso.
-Perdón por llegar tarde pero no he podido salir antes de la empresa-se disculpó dándole un beso en la mejilla.
Damon le cogió una mano y se la besó sonriendo.
-Se la hubieras dejado a Liza. Seguro que a ella no le importaba.
Anthea lo miró con curiosidad y repitió:
-¿Liza?
El camarero llegó justo a tiempo para alivio de Damon y ambos pidieron lo que tomarían.
-¿Cómo crees?-preguntó Anthea-. Ella ya estaba saliendo para salir a almorzar y no podía quitarle la tarde. No me lo perdonaría.
Damon suspiró.
-Fuiste muy amable y una buena compañera.
Anthea rió divertida.
-Deja de alagarme tanto-dijo sonrojada-. Sabes de sobra que me pongo colorada por cualquier cumplido tuyo.
Damon volvió a besarle la mano.
-Pero es verdad.
El camarero llegó con sus pedidos y se soltaron para poder disfrutar de la comida.
-¿Qué tal con el trabajo?-preguntó Anthea llevándose el tenedor a la boca.
Damon bebió un sorbo de su vino y contestó sonriente:
-Bien, desde que llegaste todo va bien. Todo va según lo planeado.
-No te creo-lo señaló con el dedo-. Te he visto distraído, como si estuvieras en otro mundo.
Damon desvió la mirada y encogió los hombros.
-No sé a lo que te refieres.
Anthea sonrió divertida.
-¡Oh, claro que lo sabes! Te recuerdo que conmigo no puedes tener secretos.
Damon la miró pensativo y negó con la cabeza.
-Vamos, Damon, dímelo. ¿Es algo de la empresa?-le preguntó sosteniendo su mano.
-No.
-¿Es grave?
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Un Amor Imprevisto(En Edición)
RomanceDamon Andreus Thalassinos era un hombre poderoso que creía con arrogancia que todo tenía un precio, incluido las personas. Solo sabía que tenía que desear algo y con su poder y dinero lo tendría pero no contaba con conocer a Elizabeth Miller. Una mu...