Elizabeth abrió los ojos y observó a su alrededor desorientada. Se incorporó apoyándose con las palmas de las manos sobre la superficie. Se encontraba en su cama, a oscuras y con la misma ropa que había llevado al teatro, claro que sin los zapatos. Se levantó lentamente e investigó la habitación.
Ningún rastro de Damon.
¿Dónde se habría metido? ¿Estaría en su habitación? No recordaba nada de lo ocurrido.
Miró su reloj de muñeca. Las una de la mañana.
¿Cuándo había vuelto de la caminata con Damon? ¿Y cómo no recordaba nada?
Se acercó a la ventana algo frustrada. No recordaba haber caminado para llegar al hotel. Ni mucho menos haberse metido en la cama.
Miró el cielo. Estaba cubierto por un manto de estrellas que titilaban como luceros. Poco a poco le llegaron imágenes a la mente que le ayudaron a recordarlo todo. Se había desmayado después de darse cuenta de que se había enamorado de Damon. ¿Y después?
¿Cómo había llegado al hotel? Abrió los ojos desorbitadamente. ¿La habría llevado Damon? ¿Y dónde estaba él ahora?
Ladeó la cabeza pensando qué hacer. ¿Y si en su inconciencia dijo alguna locura?
¡Dios, mío! ¿Qué haría si le había confesado a Damon que lo amaba? Los colores se le subieron a la cabeza mostrándose en sus pálidas mejillas.
Unos golpes en la puerta la devolvieron a la realidad y acto seguido, la puerta se abría dando paso a Damon.
Elizabeth sacudió la cabeza antes de divisar la imagen perfecta de aquel hombre.
-¿Qué haces levantada?-preguntó él preocupado-. Tendrías que estar descansando.
Elizabeth quiso hablar pero no pudo ya que Damon la cargó en brazos y la llevó hasta la cama.
-Debes descansar-le aconsejó mientras intentaba meterla entre las sábanas blancas-. ¿Te encuentras mejor?
Elizabeth lo miró anonadada y asintió con la cabeza lentamente.
-¿Qué me pasó?-preguntó al cabo de unos segundos.
-Te desmayaste en el parque. No sé qué te ocurrió pero cuando me giré hacia ti, estabas tendida en el suelo-le explicó sentado en el borde de la cama.
-¿Cuánto tiempo llevo durmiendo? ¿Y cómo llegué hasta aquí?-preguntó sin entender.
Damon la miró pensativo.
-Unas dos horas. Y te traje yo. Al principio no sabía qué hacer. Estaba preocupado. Todo ocurrió muy rápido. El doctor dijo que...
-¿Doctor?-lo interrumpió sorprendida ante sus palabras.
-Sí-hizo una pausa-. Estaba preocupado por tu salud, así que mandé a llamar a un doctor para que te revisara. Y me dijo que tenías que descansar. Por lo visto, el no comer bien después de tanto trabajo y de caminar de un lado para el otro hizo que te estresaras en exceso y por consiguiente te desmayaras.
Elizabeth se percató de que aún tenía la misma ropa que había llevado al teatro. Entonces, su corazón se le hinchó de amor y le sonrió tiernamente. Amaba a ese hombre y ya no le importaba seguir ocultándolo para sí misma. Se incorporó un poco apoyándose al respaldo de la cama y después entrelazó sus manos sobre su regazo.
-Gracias-susurró-. Por cuidarme y preocuparte de mí. Nunca nadie lo había hecho.
-¿Y tus padres?-preguntó sin pensarlo.
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Un Amor Imprevisto(En Edición)
RomanceDamon Andreus Thalassinos era un hombre poderoso que creía con arrogancia que todo tenía un precio, incluido las personas. Solo sabía que tenía que desear algo y con su poder y dinero lo tendría pero no contaba con conocer a Elizabeth Miller. Una mu...