Capítulo 15

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-¿Qué le hiciste?-preguntó Anthea nada más verlo entrar por la puerta de su despacho.

Damon frunció el ceño.

-¿De quién hablas?

-De Elizabeth, ¿de quién más iba a hablar?-preguntó sarcástica mientras Damon hacía una mueca.

-¿Ha venido por aquí?

-Sí. Imagínate mi sorpresa al verla recoger sus cosas y darme una copia de su renuncia que por cierto, también lo había enviado tanto a tu correo como al mío.

Damon gruñó. No parecía poder deshacerse de esa maldita renuncia.

-Espero que hayas destruido esa renuncia-exigió tajante.

-Por supuesto. Me deshice de ellas después que ella le enviara otra a recursos humanos y le dijera a todos que renunciaba-dijo Anthea con sarcasmo.

Damon no pudo evitar sonreír.

-Es muy lista.

Anthea revoleó los ojos a la vez que soltaba un resoplido.

-Sí, lo es. Ahora dime, ¿qué diantres le hiciste para que se fuera de esa manera?

-Eso es algo entre ella y yo-respondió Damon a la vez que entraba en su despacho y empezaba a escribir en una libreta.

Anthea lo fulminó con la mirada mientras lo seguía y plantó ambas manos en su mesa con un fuerte sonido.

-Ella es mi amiga, la única que tengo en este país, y merezco saber por qué tenía los ojos rojos de tanto llorar.

Damon paró en el acto lo que hacía y su mirada se quedó fija en su bolígrafo.

-¿No te lo dijo ella?-preguntó con suavidad.

-No-resopló Anthea-. Lo único que hacía era convencerme que se iba porque quería hacer un cambio en su vida. Pero me era imposible creerla cuando estaba intentando que no se le escaparan las lágrimas.

Damon soltó un suspiro y se sentó en su silla.

-Le hice daño.

Anthea se irguió con la espalda rígida.

-¿Qué tipo de daño? ¿El tipo del que incluye un corazón roto? Porque si es ese tipo de daño te voy a golpear muy fuerte, Damon.

Damon esbozó una mueca y se masajeó las sienes.

-Ese tipo de daño.

-Más vale que te expliques-rechinó Anthea.

Damon suspiró cansado y se levantó para quedar frente al ventanal y observar por él.

-Elizabeth y yo...

-¿Sí?

-Fui yo. Yo tengo la culpa de que todo se haya ido al infierno. Si desde un principio hubiera sido sincero conmigo mismo esto no estaría pasando. No debí planear nada y debí haber sido valiente con aquellos nuevos sentimientos. Pero creí que...

-¡Espera! Un momento, por favor-interrumpió Anthea-. ¿De qué plan hablas?

-El plan que ideé para seducirla y después despedirla-dijo con cansancio mientras apoyaba la frente contra el cristal.

-Theós, pero ¿cómo se te ocurrió tal cosa? ¡Eres un idiota! ¡Anóitos!

-Lo sé, lo sé. Pero en ese momento no lo entendía. Aún no llegaba a comprender lo que me estaba ocurriendo y pensé que todo que hacía tenia justificación. Creía que una vez me la llevara a la cama podría satisfacer lo que me hacía sentir y después olvidarme de ello.

Un Amor Imprevisto(En Edición)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora