Capítulo 12

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Horas después el sonido del teléfono resonó en la habitación haciendo despertar a ambos de su profundo sueño. Damon lanzó un gruñido aún recostado y con los ojos cerrados abrazó fuertemente a Elizabeth quien estaba a su lado con la cabeza apoyada en su pecho.

El teléfono volvió a sonar y Elizabeth intentó incorporarse pero, Damon se lo impidió.

-Déjalo-dijo con voz ronca-. Ya se cansarán.

Y la abrazó aún más.

-Damon-protestó ella soltando una risa-. Tengo que cogerlo si no lo vas a hacer tú.

El teléfono siguió sonando.

-Hmm, no me apetece que te vayas-ronroneó como un gato.

-Pero si sólo voy a coger el teléfono-dijo cerrando los ojos.

Damon empezó a acariciarle un pezón haciendo que ella gimiera.

-No lo creo-dijo después de estirar un brazo y desconectar el cable del teléfono.

Elizabeth se incorporó y se sostuvo la sábana contra el cuerpo cubriendo su desnudez.

-¡Damon! ¿Por qué has hecho eso? Podría haber sido algo importante-dijo aparentando enojo.

Damon la acercó de un brazo y la volvió a recostar a su lado.

-No era nada importante. Esto sí-le aseguró besando sus labios y volviendo a acariciar un pezón.

Elizabeth se estremeció ante las caricias de aquellos dedos tan maravillosos.

-¿Cómo estás tan seguro?-preguntó con un gemido.

-Porque dejé claro en recepción que no nos molestaran-murmuró mientras repartía pequeños besos por todo su cuello-. Seguramente llamaban para preguntar si necesitamos algo. Y no sé tú pero, yo ya tengo todo lo que quiero.

Elizabeth cerraba los ojos enloquecida por el placer y el deseo que le empezaba a quemar la piel.

-Damon...

Éste gruñó en respuesta y la besó ferozmente. Sus manos acariciaban el delicado cuerpo femenino igual que sus labios, su lengua y sus ojos. La devoraban por completo.

Elizabeth se dejó llevar por el momento. Dejaría que Damon le hiciera el amor cuantas veces quisiera. Lo amaba y disfrutaría el poco tiempo que le quedaba junto a él.

Besó a Damon como si fuera la última vez, introduciendo la lengua en su boca y recorriendo todos los rincones oscuros mientras acariciaba su virilidad con manos decididas.

Damon gimió de placer al sentir el roce de aquellas manos tan suaves y femeninas en su miembro, instintivamente se tensó. La cogió de la cintura y la colocó perfectamente bajó él, mirándose a los ojos. Le besó las mejillas sonrojadas, los párpados, los labios, la frente, la nariz, mientras con una mano le acariciaba un pecho. Comenzó a besar lentamente su cuello y descendió hacia sus pechos sin dejar de mirar sus ojos.

Elizabeth gemía de placer. No podía evitarlo. Damon conseguía enloquecerla. Soltó una risita al sentir un cosquilleo en el ombligo.

-Mm, me encanta cuando ríes-murmuró Damon mientras volvía a besarla en los labios.

Elizabeth lo abrazó fuertemente y lo acercó más a ella, queriendo que nunca se separasen.

Damon sonrió ante aquel gesto. Le encantaba tenerla junto a él. Darle placer. La miró a los ojos, se introdujo en ella suavemente. Empezó con suaves embestidas pero a medida que pasaba los minutos sus cuerpos exigían más, así que, las embestidas aceleraron y duplicaron en fuerza.

Un Amor Imprevisto(En Edición)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora