Capítulo 7

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Era lunes por la mañana y Elizabeth caminaba hacia su escritorio, sacando fuerzas de donde no tenía para sonreír e intentó no recordar el episodio del día del evento.

Cada vez que pensaba en ello no dejaba de darle vueltas a la cabeza del por qué Damon la había besado. No estaba segura de qué pensar o sentir. Estaba confundida pero también enojada. Enojada consigo misma y con Damon.

No lograba entender por qué se había dejado llevar por aquel beso sabiendo cómo es su jefe. Un hombre persuasivo, frío, egoísta, mujeriego... No lograba entender de dónde salió el deseo con el que la besó y con el que ella se entregó tan gustosamente. Realmente no daba crédito.

Mientras se sentaba en su escritorio sintió que alguien se acercaba hacia ella.

-Eli, que bueno que te veo-dijo Anthea-. ¿Dónde te metiste después de irte a bailar con Scott? Damon también te estaba buscando porque quería felicitarnos y brindar por el éxito del evento.

Elizabeth se mordió el labio con nerviosismo. Había rezado para que no le preguntara sobre el motivo de su huida y, no podía decirle así sin más, que se había besado con su primo y que por eso había huido.

Ahora no sabía qué decirle.

-Bueno, yo... -miraba hacia todos lados retorciéndose las manos- yo...

De repente, los ojos de Anthea relampaguearon con furia.

-No me digas que Damon te ha vuelto a molestar porque si es así, te juro que le corto la fabrica de niños-le aseguró con malicia.

Elizabeth rio por el comentario, pero negó con la cabeza.

-No, no es eso-le dijo al cabo de un rato-. Pero no te preocupes, no fue por nada importante. Sólo me sentía cansada y Scott fue muy amable en acompañarme a casa.

Anthea frunció el ceño y la miró fijamente.

-¿Sólo te acompañó a casa? ¿No hubo ningún beso ni nada?

-¡Anthea! ¡Por supuesto que no, por dios! Scott es un hombre correcto-dijo Elizabeth exaltada-. Además, creía que te gustaba.

Anthea hizo una mueca y sonrió.

-Bueno, lo has dicho bien. Me gustaba, pero después de lo que hablamos sobre...

Elizabeth saltó de su silla con una mirada enojada.

-¡De ninguna manera, Anthea! ¡No se te ocurra decir una palabra más!

Anthea se retorció las manos nerviosas.

-Pero, Eli, sabes que...

-¡No! Ya basta-dijo tajante-. Lo que la señorita Conrad y tú sugeristeis no tiene ningún sentido para mí y por lo tanto no se habló ni se discutió nunca.

Anthea suspiró mientras revoleaba los ojos.

-Como quieras. Pero ya sabes eso del que el peor ciego es aquel que no quiere ver.

-Sí, bien, pero no estoy siendo ciega si no, realista. Y por favor, cambiemos de tema.

Anthea levantó las manos a modo de defensa.

-Está bien. ¿Te gusta Scott? ¿Vas a volver a salir con él?

Elizabeth suspiró y se masajeó las sienes.

-¿Ese es el mejor tema que has encontrado?

-Sí, ya que el tema de mi primo es tabú. Por lo menos dime si Scott realmente te gusta y si piensas darle alguna oportunidad dado que el tipo está muerto por tus huesos.

Un Amor Imprevisto(En Edición)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora