Cuando leo el mensaje que ha llegado a mi teléfono durante la última clase del día no sé si tirarme de un puente o qué.
"lamento lo de ayer Lydia, ¿podemos almorzar juntos hoyyy? di que sí porque me siento muy mal.
por cierto, soy Calum"
Nunca en mi vida había conocido a alguien que cambiara de ideas y estados de ánimo tan rápido como él.
Estoy molesta todavía y me encuentro a nada de mandarlo a la mierda, pero si soy sincera conmigo misma, mi estómago ha dado un vuelco con su mensaje y también tengo curiosidad por lo que tiene en mente. Soy Calum girl, y él es Calum Hood. Mi espíritu es débil.
"cuando salga de la escuela"
Pocos segundos después, él responde pidiéndome la dirección de la escuela para que una camioneta me recoja. Yo contesto con los datos y la hora en la que salgo.
En el momento en el que el día escolar termina, camino rumbo a la salida y me topo con los ojos da Madison, pero ella no hace ningún intento por hablar conmigo, así que continúo con mi camino y cuando finalmente me encuentro afuera, logro ver la ya bien conocida camioneta negra.
Me acerco con cautela hacia el vehículo y abro la puerta, encontrándome con la sonrisa del chofer.
—Sube –me indica y asiento.
—¿A dónde vamos?, ¿en dónde está Calum? –le pregunto mientras conduce. Él ríe y me guiña por el espejo retrovisor.
—Él está en su departamento, ahí es a dónde vamos –me informa. Mi boca cae abierta con sorpresa cuando lo escucho.
—¿En serio?
—Sí –dice y continúa conduciendo.
Minutos después, hemos llegado a un complejo departamental y él deja la camioneta en el estacionamiento.
Ambos caminamos dentro del lugar, pero él se detiene antes de subir conmigo al ascensor.
—¿No irá conmigo? –pregunto y niega.
—Confío en ti. Toma el ascensor y baja en el tercer piso, es la habitación 32, Calum la comparte con Ashton, pero creo que por el momento Ashton no está.
—De acuerdo –murmuro sintiéndome un poco incómoda. —Gracias, por cierto.
El guardaespaldas de los chicos asiente y sigo sus instrucciones. Pocos minutos después, me encuentro frente a la puerta de su departamento y toco un par de veces a la puerta. Calum abre inmediatamente, y cuando me ve, sonríe.
Su cabello está despeinado y me siento con la tentación de acomodarlo, correr mis dedos a través de él y darle un beso en la mejilla. Pero no puedo, y tengo que conformarme con imaginar cómo sería poder. Duele.
—Por un segundo creí que no vendrías –me dice mientras se hace a un lado y con su mano izquierda me invita a pasar. Una pequeña sonrisa se desliza por mi rostro.
—¿Por qué habría de negarme a venir? –digo sarcástica. —¿Por qué algunas veces te comportas de lo más estúpido y me tratas como mierda?
Mis pies se mueven por el departamento y mis ojos viajan por el desastre que hay alrededor. Todo está, literalmente, patas arriba.
—¿Podrías dejar de ser tan jodidamente sarcástica, Lydia? –me dice, pero a pesar de que estoy de espaldas a él puedo jurar que hay una sonrisa en su rostro.
—¿Te molesta? –bromeo y él bufa.
—No somos muy diferentes, ambos tenemos un carácter horrible.