Cuando logro abrir finalmente los ojos, no sé dónde estoy. Solamente veo una brillante luz frente a mí y un pánico terrible me atraviesa. ¿Estoy muerta? Intento levantarme, pero el simple hecho de mover la mano, envía ráfagas de dolor por todo mi cuerpo.
—¿Lydia? –escucho que me llaman. Es la voz de Calum, la reconocería en cualquier lugar pero, ¿por qué él me estaría hablando? Me pidió que lo dejara en paz.
—¿Eres tú? –pregunto mientras sigo mirando a la brillante luz. Todo está en silencio, lo único que puedo escuchar es mi respiración y la de alguien más.
—Soy Calum, Lydia, no sabes lo feliz que me hace saber que estás bien –Calum dice y noto un gran alivio en su voz. De pronto, su rostro aparece frente a mí, alejando un poco de mis ojos la brillante y molesta luz.
—¿Estoy muerta?, ¿eres un ángel y es por eso que estás conmigo ahora? –inquiero mientras respiro profundo. Una terrible punzada en mi pecho me indica que debo de ser más cuidadosa hasta para respirar.
—¿Qué? Mierda, no, no digas tonterías –me dice y lo veo fruncir el ceño. —Estás en el hospital. El que debería estar muerto soy yo, por el susto que me diste.
—No entiendo nada –susurro y cierro los ojos. —¿Cómo mierda llegué aquí?
—Yo te traje –lo escucho decir e inmediatamente lo vuelvo a mirar. ¿Él qué?
—¿Cómo, cuándo y por qué? –pregunto nuevamente y Calum rueda los ojos mientras se aleja. Obligo a mi cuerpo a enderezarse un poco y logro sentarme en la camilla, mientras procuro ignorar el terrible dolor que me atraviesa. —¿Y por qué siento que fui pateada por elefantes?
—¿En serio no recuerdas nada? –inquiere Calum y veo su rostro preocupado.
—Lo último que recuerdo es que me pediste que saliera de tu vida –respondo con recelo. —Pero mira cómo son las cosas, ahora ambos estamos aquí y aunque no recuerdo mucho, estoy segura de que no te pedí ayuda.
—Lydia, por favor –susurra mientras cierra los ojos.
Una enfermera entra a la habitación y me sonríe cuando nota que estoy despierta. Ella luce amable y se acerca a mí con una pastilla y un vaso de agua.
—Despertaste más rápido de lo que esperábamos –me dice mientras me entrega la pastilla y el agua. Tomo ambas cosas sin siquiera preguntar para qué son. —¿Cómo te sientes?
—La cabeza me da vueltas y mi cuerpo se siente muy adolorido –respondo con sinceridad y noto una sonrisa triste atravesar su rostro.
—Nos diste un buen susto, después de tu último desmayo estuviste inconsciente casi tres horas –ella me dice y entonces mira a Calum. —Tienes suerte de tener tan buenos amigos, él nunca se separó de ti –me informa y me toma por sorpresa. Miro a Calum y él inmediatamente saca su celular y finge que está escribiendo algo, pero aun así puedo notar el sonroso en sus mejillas.
—¿Sabe por qué me desmayé? –le pregunto a la enfermera y ella asiente mientras frunce el entrecejo.
—Tu cuerpo presenta lesiones recientes que fueron demasiado fuertes, además has estado sometida a mucho estrés y tu alimentación no ha sido la correcta últimamente, ¿no es así? –predice y asiento con timidez. —Simplemente fue demasiado para ti, cariño. Eres aun una chica muy joven y no debes de pasar por ese tipo de cosas, debes procurar no enojarte, preocuparte de más, llorar mucho o hacer grandes esfuerzos físicos. Además debes de comer cinco veces al día. Asegúrate de cumplir con eso y estarás bien, créeme.
—Entonces, ¿lo que le pasó fue porque se estresó demasiado? –Calum pregunta y la enfermera asiente.
—Eso y todo lo demás que nombré anteriormente.