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Dieciocho.

Ross me abrió de piernas y hundió su rostro en mi vagina. Gemí y le rodee el cuello con las piernas.

Podía sentir como su lengua entraba en mi lentamente, y dos de sus dedos estimulaban mi clítoris.

Tiré mi cabeza para atrás y me sujete de las sabanas. Di un pequeño grito que fue cayado ya que Ross paro.

-Despertarás a Jane.

Susurró contra mis labios vaginales sonriendo. Sonreí ligeramente.
Traté de levantarme pero Ross paso la lengua por mi vagina.

-Mmm...

Murmuré.
Me gustaba, no.
Me encantaba.

-Sabes delicioso, podría pasarme todo el día haciendo esto.

Dijo presionando mi trasero, atrayendo más mi sexo a su dulce boca.

Logré escaparme luego de un rato, me lancé sobre Ross haciendo que cayéramos al piso.

-Cuidado.

Susurró sonriente mientras ponía las manos en mi abdomen.

Chupé su labio inferior y me encargué de comerle la boca mientras me frotaba sobre él.

Estaba ansiosa.
Necesitaba testosterona dentro de mi cuerpo.

-¡Oh nena!

Gimió cuando comencé a besar su cuello, lo mordí y pasé la lengua por el asegurándome de haberle dejado una que otra pequeña marca.

Mordí el lóbulo de su oreja.

Tuvieron que pasar unos segundos para darme cuenta que Ross estaba nuevamente encima de mi, sin aplastarme y estábamos en la jodida cama.

Gemí al ver como pasaba dos de sus dedos por mi abertura y se los llevaba a la boca.

Me guiñó el ojo.
Comenzó a devorarme el cuello, besándolo y succionándolo tanto como podía mientras sus manos torturaban mi clítoris.

Tiré de su cabello para que me besara los labios. Y así hizo.
Sus dedos ya no estaban en mi clítoris, si no ahora en mis pechos.

Me di la vuelta con cuidado, me senté a ahorcadas sobre él. Cerré los ojos al ver como succionaba mi pezón derecho.

Arquee mi espalda apegando mi abdomen más al torso de Ross, y mis pechos se apegaron aún más al rostro de Ross.

-Fóllame preciosa.

Susurró mirándome fijamente a los ojos. Grité sin importarme que Jane estuviera dormida cuando me dio una fuerte nalgada en mi trasero.

Di un saltito e introduje la polla de Ross dentro de mi al instante. Comencé a dar una especie de saltitos que me satisfacían mucho, y sabía que a Ross también.

Comenzó a mover sus caderas en un delicioso vaivén. Mis paredes vaginales comenzaban a contraerse y a apretar su miembro.

Mordí el hombro de Ross y seguí moviéndome duramente sobre él.

*

-Tenemos que tener más cuidado cuando follemos.

Tocó mi vientre que según yo, había crecido unos centímetros más.

-Lo se -Respondí poniéndome mi vestido-. Te veo mañana.

Me puse los zapatos, lista para irme pero Ross me detuvo.

-¿Solo te vas y ya?

Asentí algo confundida.
Ross se levantó de la cama y me dejo un beso en los labios, no brusco ni intenso... si no dulce, con amor.

Sonreí contra sus labios y me separé de él.

-¿Me perdonas entonces?

Rodee su cuello con mis brazos.
Le deje un último y pequeño beso en los labios.

-Claro que sí.

Ross sonrió.

-Eres la mejor, _______, te quiero.

Le devolví a sonrisa.

Las cosas cambian | Ross LynchDonde viven las historias. Descúbrelo ahora