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Veinte.
Acercándose al Final.

-¡Sí, sí, sí!
Grité sujetándome de más sábanas.

Mordí mi labio inferior mientras Ross se acercaba a mis labios para besarme.

Me tensé cuando paso uno de sus dedos por mi segundo agujero... Tragué saliva.

-Estas tan mojada...
Murmuró tocando nuevamente mi vagina.

Pasó su dedo, ahora por mi abertura vaginal y lo sacó, lo paso por mis labios y me beso.

Gemí.
Me lamí los labios y enrolle su cintura con mis piernas para que pudiera sentir toda mi humedad.

-Date vuelta.

Dijo separándose de mi, se levantó de la cama y se bajó los bóxers.

-¿Para qué?
Susurré volteándome, apoyando mi abdomen con mucho cuidado en la cama.

-Quiero darte por atrás preciosa.

Me dio una fuerte nalgada.
Emití un pequeño grito.

-Levanté tu precioso trasero nena.

Me apoye con los codos y rodillas a la misma ves que Ross se ponía un poco de lubricante en su larga polla.

Me maree por un momento.
Nunca había tenido sexo por... allí.
Absolutamente nunca, ni siquiera en el internado.

Tenía miedo y obviamente nervios.
Me tensé notoriamente cuando se acomodó.

-Nena, estará genial, con el lubricante no duele tanto como crees, a decir verdad, no duele, solo no te tenses, valdrá la pena, ¿Vale?

Asentí sintiéndome algo insegura.
Pero eso se acabo cuando sentí un dedo de Ross entrar suavemente por mi vagina.

Tiré mi cabeza hacia atrás.
Ross definitivamente era un Dios del sexo.

-Te amo preciosa.

Sonreí de lado.
Ross froto el dedo que me había introducido anteriormente y lo frotó por mi agujero posterior.

Me removí algo incómoda.
Ross me sujeto con suavidad el trasero y se posicionó de mejor forma.

Introdujo la punta de su larga polla haciéndome sentir algo insegura de hacer esto.

-No te tenses, vamos, te gustará.

Me beso el hombro y siguió con su trabajo.

No me dolía excesivamente, pero si dolía un poco. De la escala del 0 al 10, un 04.

Lancé un gran gemido al sentir toda su polla dentro de mí.

Menee el trasero hacia el haciendo que los dos gimamos.

-¿Te duele preciosa?

Negué con la cabeza.
Sentí la sonrisa de Ross.

A continuación, comenzó a embestirme lentamente mientras una de sus manos se perdía en mis senos y la otra en mi clítoris.

Estoy segura de que nuca había estado tan mojada en toda mi vida.

Mordí mi labio inferior.
Me encargue de gemir mientras mordía la almohada.

-¡Oh!
Gimió Ross.

Los gemidos de Ross eran realmente una maldición jodidamente sexy. Y estoy segura que eso nunca va a cambiar.

Luego de unos 05 minutos me corrí ferozmente, y a los segundos más tarde, Ross también lo hizo.

Sacó su miembro de mi segunda abertura y me dio una nalgada.

Grité a todo volumen.
Mi espalda toco las sábanas.
Pude ver a Ross de rodillas sobre la cama en frente de mí mientras suspiraba rápidamente intentando calmar su respiración.

-Haz estado fabulosa... oh Dios... siempre lo estas.

Toqué mi pie con su miembro.
Inmediatamente se puso erecto.

-Nena...

-Es mi turno de jugar.

Murmuré, me puse como pude encima de él y comencé a besar su cuello, y a dejarle un par de chupetones.

Me deslice por su abdomen hasta llegar a la altura de su pene. Lo introduje en mi boca.

Observe a Ross retorcerce debajo de mi cuerpo, era excitante de ver.

Seguí metiéndolo y sacándolo mientras acariciaba sus testículos. Una idea vino a mi mente me levanté de la cama para dirigirme rápidamente a la sala principal.

Busque detrás de los cojines los juguetes sexuales que Ross había comprado. Pude ver donde los escondió ya que justo salía de darme una ducha.

Los agarre y los puse en mis dedos.
Nunca había visto juguetes sexuales... Excepto por un consolador.

Volví a la cama escondiendo mis manos detrás de mi espalda. Me senté encima del abdomen de Ross con mirada inocente.

-Bésame.
Me dijo.

Me aleje un poco de él y empecé con mi jueguito. Lo bese de forma lenta, su lengua jugaba con la mía desesperadamente.

Comencé tocar a Ross con todos los juguetes sexuales. Me agarro de las caderas cuando separe sus labios de los míos.

-¿Podrías decirme que es esto?

Pregunté mostrando uno de los juguetes inocentemente.

Ross gimió, cerró los ojos.

-Por favor... solo fóllame nena...

-No -Contesté quejándome-. Dime que es, soy un poco tonta para estas cosas.

Ross me sonrió mordiéndose el labio.

-Ohm, ¿Una niñita tontita?

Asentí haciendo un puchero y poniendo el juguete más frente a él.

-Es una vagina
Susurró.

Podía sentir como intentaba controlarse. Me reí interiormente.

-¿Y esto?

Ross me dio otra enorme nalgada, y me apretó los senos.

-Son senos.

Iba a seguir preguntando pero Ross me rodeó las caderas con sus piernas y me penetró.

Di un grito a medida que lo sentía dentro de mí.

Me acomodé sobre él y también comencé a moverme.

Y así seguimos toda la tarde, disfrutando de nuestros cuerpo, y sobre todo, disfrutando de nuestro amor.

Las cosas cambian | Ross LynchDonde viven las historias. Descúbrelo ahora