Capítulo XVIII - Regreso a la vida

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Hola mis lectores :3

Perdón por la demora, pero he estado algo ocupado y sin inspiración.

Bueno les dejo un capítulo más. Se darán cuenta de que la narración ha cambiado nuevamente y al final les explicaré el por qué.

Solo les adelantaré que el inicio del capítulo es la continuación del Capítulo XV.

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Emiliano se encontraba reposado sobre la camilla dentro de la ambulancia mientras el grupo de personas seguía discutiendo sobre el accidente en la acera.

- Ustedes tuvieron la culpa y que no se diga más – dijo el celoso culpando a ambas chicas. Los ojos de la rubia se agrandaron amenazando con matar con la mirada.

- ¡Qué no se diga más! ¿Quién lo dice? ¿El chico que dejó abandonado a su supuesto mejor amigo luego de meterlo en problemas? – se defendió la rubia de una forma que nadie esperaba – ¿Eh? – concluyó esperando una respuesta de Guillermo.

- Yo no lo metí en problemas. El sólo se lo buscó – se excusó cínicamente.

- Toma – el sonido de una mano impactando con la mejilla del único chico de dieciseis años se escuchó por toda la calle. Un silencio invadió el lugar y un asombro llegó al padre de la chica.

- ¡Julieta! – exclamó alarmado Don Lucho – esa no es la forma de solucionar los problemas.

- Merecido se lo tenía. Y le daré otra si sigue hablando sandeces – volteó el rostro en dirección a la ambulancia y notó que la camilla donde se encontraba su amado se movió levemente – ya regreso – dio pasos firmes hasta subir al revividor, nombre que le puso Emiliano luego de que un ser amado regresara a la vida en una situación parecida a la de él.

- Muy bien, entonces dígame usted como pasaron los hechos – rompió el hielo un enfermero de cabellera negra y ojos aún más negros, pidiendo información a Cielo.

- En resumen... – mientras ella narraba lo sucedido rápido, pero calmada, el interrogador tomaba apuntes.

***

- ¿Qué hace aquí? – preguntó otro enfermero, quien estudiaba al desmayado.

- Vine a ver como se encontraba mi novio – respondió la chica al mismo tiempo que observaba los ojos grises y cabello rubio del interno.

- Al parecer ya se encuentra estable, pero ha perdido sangre y tenemos que llevarlo de inmediato al hospital para internarlo.

- Entiendo. Sólo quiero verlo antes de que se lo lleven – suplicó para quedarse unos minutos más.

- Sólo hasta que regrese con mi compañero – dejó sus instrumentos médicos a un lado y bajó del vehículo en búsqueda del primer enfermero.

- Emil, soy yo, tu Julieta. Perdóname por lo que te hice. Todo sucedió tan rápido que no pensé bien las cosas. No creí que llegaríamos a estos extremos.

- Julieta... yo... tú... – las palabras de Emiliano se alargaban – Cielo..., ¿Dónde esta... mi Cielo? – fue lo que pudo oír Julieta antes de que un sonido estrepitoso llegara a sus tímpanos. La pantalla del electrocardiograma indicaba una tragedia para todos. Los latidos del corazón de Emiliano dejaron de emitir sonido alguno.

Los nervios se apoderaron de la chica, quien salió dando gritos de auxilio. Inmediatamente, ambos colegas subieron al carro acompañados de las dos amantes. Detrás de ellos, iban el mejor amigo y el padre sentados en los asientos delanteros del automóvil del último. Un auto último modelo, color azul noche con lunas polarizadas.

Las dos chicas sollozaban mientras veían a su amado permanecer en una batalla por aferrarse a la vida y no perder las fuerzas que se desvanecían dando un paso lento hacia la muerte. El enfermero hacía su mayor esfuerzo en regresar a la vida al que hace unos momentos aún respiraba. En el último intento, un sonido reconfortante para todos se oye desde el electrocardiograma. Da significado de que la vida a regresado al joven chico de quince años.

La sirena se escucha desde los pasillos del hospital, donde decenas de pacientes, entre niños, ancianos y embarazadas, esperan ser atendidos por sus especialistas. La ambulancia ha llegado al estacionamiento, la camilla es retirada por dos enfermeros gemelos, ambos de buen porte y cabello recortado color marrón, que esperaban dentro de las instalaciones e ingresada al ascensor que espera con las puertas abiertas. Las seis personas suben conjuntamente con el recién revivido, llegan al séptimo piso para una rápida intervención de los doctores de tuno.

El rubio daba paso entre las personas que andaban por los pasajes. Los gemelos conducían la camilla a toda prisa y el pelinegro sostenía el suero al lado derecho de Emiliano. Cielo y Julieta corrían detrás de ellos con la esperanza de ver a su amado recobrar la conciencia y así recobrar la calma para ellas mismas. Lo último que pudieron ver, fue ingresar a las cinco personas que iban delante a una habitación donde esperaban doctores con sus instrumentos y máquinas.

- Tenemos que llamar a sus padres – dijo angustiadamente la rubia luego de que cerraran las puertas de la habitación.

- ¿Has traído mi celular, verdad? – preguntó Julieta al revisar su cartera y no encontrarlo entre sus pertenencias.

- Se lo he dado a tu papá – respondió preocupada la prima.

- ¡Heeeey! – se oyó desde las escaleras que daban inicio al largo pasillo.

- Al fin llegaron – dijo Cielo mientras se acercaba a su tío. Guillermo por su lado solo podía observar como las dos enamoradas de su mejor amigo unían sus fuerzas para sobreponerse a estos hechos.

- ¡Papáaa! – rompió en llanto y abrazó a su progenitor buscando protección y consuelo. Quizá con ello podía sentirse mejor y encontrar las fuerzas necesarias para explicarles todo a los padres de su amor.

- No te preocupes hija, todo se solucionará y tu chico se pondrá bien – el hombre seguía diciendo palabras consoladoras, las cuales Cielo dejó de oír al darse cuenta de que el problema no solo era Emiliano.

- Tío, ¿Tú crees que puedas llamar a sus padres y decirles todo lo que ha pasado? – suplicó la pequeña esperando una respuesta afirmativa a su pregunta.

- Claro que sí, solo dame el número y yo los llamo – aseguró el padre. Se separó de su hija y buscó su móvil en su bolsillo izquierdo – te escucho, dámelo.

- El número no lo tengo yo, pero seguro que Julieta sí – ambos dirigieron su mirada hacia la muchacha quien aún seguía con las lágrimas recorriendo sus mejillas.

- Papá, dame mi celular para dictarte el número de la madre de Emiliano.

- ¡Uy! Lo dejé en mi carro – confesó luego de revisar todos los bolsillos que llevaba en la ropa. Una camisa a rayas, color melón con un bolsillo en el pecho, y un pantalón de vestir del mismo color de su auto – ahora mismo voy y lo traigo – sin más el señor se dirigió hacia el estacionamiento en búsqueda del objeto en cuestión.

- Chicas, yo... - el joven se acercó a las señoritas sin intenciones de discutir.

- Ahora no Guillermo, tengo que hablar con mi prima de un asunto de mujeres – impuso Cielo al dichoso amigo. Jaló del brazo a Julieta alejándola de Guillermo y de las escaleras. Se posicionaron cerca de la puerta que daba a Emiliano y empezaron una plática que involucraba un trío amoroso.


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Uuhh!! Este final da para mucho más de que hablar o escribir jejeje... 

Help! Necesito ayuda, la más mínima, necesito escoger la pareja definitiva para Emiliano. Estoy con muchas ganas de escribir más y espero que el tiempo me alcance. El lunes empiezo mis clases de nuevo ya me falta poco para terminar mi carrera solo un año más jejeje... (¿poco verdad?) Lo único que les puedo adelantar es que el siguiente capítulo seguiré con el viaje a las Montañas :3 Los quiero... hasta una próxima

Si el amor no dolieraDonde viven las historias. Descúbrelo ahora