Si el amor no doliera

Capítulo XX - Amigo o enemigo

Hola mis lectores :3

Espero que hayan tenido unos días estupendos. Se me hace un poco raro escribir luego de leer tantas obras en wattpad, en las cuales ya estoy esperando la siguiente entrega. Temo haber perdido mi esencia. Ojalá les agrade este capítulo.

Sé que escribo para unos pocos, pero lo importante es que quiero demostrar mi arte, o el poco arte que tengo, con ustedes.

No sé bien en que consistirá este nuevo capítulo, lo empezaré a escribir recién desde mi celular.
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- ¿Y tú que haces aquí? - aún estaba asustado por la manera en la Cielo había aparecido - ¿No deberías estar con las chicas?
- Así es, pero me vi en la necesidad de venir a buscarte para entregarte tu polo - extendió su mano y me entregó mi prenda favorita. La miré agradecido y me la puse enseguida.
- ¿Te puedo hacer una pregunta? - dije mientras me arreglaba la vestimenta para salir a las actividades del día.
- Ya la hiciste - dijo juguetona desde la ventana. La miré haciéndole una mueca con la lengua por la gracia que había hecho.
- Me refería a otra - ella afirmó con la cabeza - ¿hace cuánto tiempo estas parada ahí? - su mirada me recorrió de pies a cabeza. De inmediato me sonrojé y traté de disimularlo - e...es que... - mis nervios me ganaron y Cielo se dio cuenta de ello.
- No te preocupes Emil - mi dedicó una sonrisa y se la devolví algo nervioso aún - llegué justo cuando empezaste a preguntarte en voz alta donde estaba tu polo de deporte - una ola de alivio llegó a mí y solté un suspiro de tranquilidad.
- Ya estoy listo, por qué no vamos con los demás - ella asintió nuevamente con la cabeza. Salí de la cabaña y fui en dirección a ella, quien esperaba aún reposada sobre el marco de la ventana abierta.

Al llegar junto a ella, se acercó hacia mí y de un momento a otro me empezó a hacer cosquillas. Me tiré al piso de las ganas incontrolables de reír y para tratar de evitar que el ataque continúe. Lamentablemente no tuve éxito y sentí un cuerpo liviano encima de mi torso y unos dedos ligeros cerca de mis costillas. Cielo había empezado con la segunda ronda del infierno más divertido de todos. No dejaba de reír y me sentía indefenso con Cielo sobre mí. Tomé fuerzas de donde no las encontraba y revertí la situación. Ahora era yo quien estaba sobre ella, sujetaba sus muñecas con ambas manos sobre su cabeza, podía sentir la frescura del pasto rozar con mis dedos. No hallaba una forma sutil de vengarme hasta que una fugaz idea pasó por mi mente.

Bajé mis labios hasta llegar a su cuello, posé la punta de mi nariz en la parte derecha, podía escuchar su respiración agitada y sentir el retorno de la mía al chocar con su delicada piel. Pasé mi lengua por mis labios para humedecerlos y sin querer rosé con ella la parte sensible de Cielo, su cuello. Se estremeció y soltó una risita, había encontrado su punto débil al fin. Levanté mi cabeza para verla fijamente y le confirmé con la mirada que era mi turno de atacar. Ella abrió los ojos con cierto pánico al imaginar que era lo que le haría, luego los cerró y aproveché para acercarme, pero una sombra tapó los rayos del sol que caían sobre nuestros cuerpos y unos zapatos aparecieron sobre nuestras cabezas. El sonido de un hombre tosiendo de manera intencional hizo que ambos nos sobresaltaramos y nos pusiéramos de pie.

- Pero porqué se detienen - dijo sarcástico - sigan, sigan - insistió y su mirada nos observaba sin descanso de pies a cabeza.

Ambos nos avergonzados a pesar de que no hacíamos nada malo. Pedimos las disculpas necesarias y el guía nos mandó a ambos con nuestros respectivos grupos. Mientras caminábamos, la rubia y yo comentabamos lo sucedido.

- Nunca me imaginé sentirme tan avergonzada - se cubría el rostro y se lograba escuchar una risita que indicaba lo bien que la había pasado. Acompañé su risa con la mía y la miraba un tanto sorprendido.
- La pasamos muy bien hasta que llegó ese guía - dije entre risas y nos detuvimos inconscientemente, volteamos al mismo tiempo para ver si el joven nos escoltaba.