Capítulo XXII - De regreso a tu lado

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Hola mis lectores :3

Extrañé saludarlos jejeje

Este capítulo continúa con la historia en el hospital. Tiene dolor, drama, y una parte cómica al final jajaja

Espero que les guste y no dejen de escribir o leer... O en mi caso dormir jajajaja

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La tarde se tornaba fría y la felicidad se ocultaba en las sombras creadas por la luz de la habitación donde se había dado muerte a un chico.

- Usted qué hace aqui - el cirujano a cargo salió de dicha habitación con un terrible dolor.
- Dígame que no es verdad - el interno hacia un gran esfuerzo por mantener la calma, aún así las lágrimas salían sin control. - Dígame que no murió, por favor.
- Usted no tiene derecho de estar acá - el enfado surgía lentamente. - retírese inmediatamente de acá.
- Per... pero soy su hermano - aclaró para evitar malos entendidos con su colega.
- ¿Me está tomando el pelo? - su enfado se convirtió en una indignación profunda. - Mi hijo no tiene hermanos, ahora retírese si no quiere que llame a las autoridades.
- Intenté decírtelo, pero te fuiste antes de que pudiera - la doctora intervino antes de que ocurriera un desastre entre los hombres - siento mucho lo de su hijo, era un gran muchacho - está vez se dirigió hacia el cirujano y le dio sus condolencias. Este las aceptó con un ademán y se marchó. Una vez solos, la mujer arrastró del brazo al nuevo en la dirección por la que vino.

El pasillo era extenso e iluminado por sus propias luces. No existía alma alguna cerca a ellos. Todas las habitaciones se encontraban con las luces apagadas. La doctora se detuvo con el interno en la puerta principal.

- ¿Diego, verdad? - el chico afirmó con la cabeza - antes de que desaparezcas te estaba diciendo que por el otro lado también había un muchacho con esas características y por muy loco que suene, tiene tu apellido "Quirós" - las lágrimas del chico ya habían cesado hace algunos instantes, pero su rostro aún reflejaba tristeza - y déjame decirte que está muy bien y en unos días le darán de alta - una sonrisa sincera tranquilizó al joven. - Ahora acompañame afuera, porque no debes estar dentro.

Muy caballeroso, un sello que lo caracterizaba, Diego abrió la puerta dando pase a la doctora y él saliendo tras ella. Los cuatro aún esperaban cerca de la puerta con ansias de saber cómo había salido todo y cuál era el estado de Emiliano. Los padres del accidentado no tardaban en llegar gracias a la llamada del señor Luis. Por otro lado, Cielo y Julieta se encontraban a los extremos del grupo, aún debatían, con miradas y facciones, por el amor de Emiliano.

- ¿Usted es el padre? - preguntó la doctora al único adulto del grupo.
- No, pero no tardan en llegar, están muy cerca - una pareja salió del ascensor en dirección a Diego, llevaban ropa casual. El señor tenía puesto un jean azul y camisa blanca además de unos botines marrones. Su acompañante usaba una falda veraniega y una blusa color melón.
- ¡Hijo! ¡hijo! - sollozaba Rosa en los brazos de Diego. - ¡Dónde está tu hermano! ¡Dime que está bien! - suplicaba la madre.
- Su hijo se encuentra fuera de peligro, la intervención fue un éxito y ahora su hijo descansa en la habitación 405 - intervino la doctora Santos, la misma que acompañaba al interno.

Diego quedó asombrado al enterarse que ella fue la salvadora de su pequeño hermano. Luego de escuchar a la doctora, el grupo, con excepción de los padres que tenían que ir a firmar unos papeles, tomó el ascensor para visitar a Emiliano y ver su estado.

Al llegar a la habitación del cuarto piso, la enfermera de turno sólo dejó entrar a dos personas a la vez. El primer par fue Julieta y Guillermo, sin duda esto molestó a la rubia, por suerte Diego la acompañaba y tranquilizaba para que no cometa una locura.

Dentro se observaba a un frágil muchacho cubierto por sábanas desde los pies hasta el cuello. Dormía plácidamente por el efecto de la anestecia. El ambiente estaba lleno de paz y sólo se podía mantener fija la mirada en Emiliano. Ni uno de los dos hablaba, sólo esperaban una reacción que diera señales que iba a despertar. En un instante, el par cruzó miradas, el dolor y la angustia eran los sentimientos que predominaban en ambos. La chica no pudo aguantar las ganas de llorar de tan sólo pensar que su amor no despertaría y el hombro de Guillermo fue en esta ocasión el pañuelo para desahogar la tristeza profunda que sentía. Al ver la escena de una de las novias de su amigo no pudo evitar soltar algunas lágrimas.

La puerta sonó idicando que su turno había concluido. Los dos secaron su rostro y se despidieron de su amigo quien aún mantenía los ojos cerrados. Ahora era el turno de Cielo y Diego. Entraron y lo primero que vieron fue a Emiliano parado frente a la ventana y nervioso. Estaba vestido con la bata del hospital que cubría su pecho y un pantalón blanco de lana. La primera reacción que tuvo su hermano fue socorrerlo y echarlo a la cama, puesto que recién salía de una intervención quirúrgica y no era prudente que permanezca de pie. Sin embargo, este lo detuvo y se arrinconó en la esquina más cercana al mismo tiempo que Cielo se acercaba a ellos.

- ¿Quiénes son ustedes y que hago acá? - fueron las primeras palabras de Emiliano.

La rubia de congeló ante el hecho que su novio había perdido la memoria y la posibilidad de que nunca la iba a recordar. Sin embargo, el interno supo que hacer gracias a los años de estudio en Cuba y a la poca, pero suficiente experiencia. Se acercó a su hermano y trató de explicarle todo.

- Emiliano, soy yo, Diego, tu hermano - su voz era muy calmada y familiar para el menor. - ella es Cielo, tu novia y venimos a verte porque sufriste un accidente, pero la doctora Santos nos dijo que ya estabas bien y en unos días podrías salir de este hospital y regresar a casa con nosotros.
- Así es mi amor, pero para que te sanes más rápido debes estar en cama y reposando - se acercó a él más calmada gracias a Diego, lo condujo hacia las sábanas destendidas y lo arropó. Emiliano se lo había tomado demasiado bien y no había hecho ni una objeción.
- Chicos - dijo con una gran sonrisa - no puedo más con esto, hubieran visto sus caras - la risa de Emiliano empezó a sonar en la habitación como burla.

Ambos se sintieron aliviados y molestos a la vez, por un lado Emiliano no había perdido la memoria y de encontraba muy bien de salud. Por otro lado, este les había hecho una broma muy pesada, que al final de todo quedó en eso, una broma.

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Así es... Ya no hay un suspenso o intriga como lo suelo hacer. Supongo que ya es hora de resolver algunos misterios antiguos. Ha habido tantos misterios que ni yo recuerdo exactamente cuáles faltan por resolver. Esto pasa por dejar 3 meses o más mi obra T.T

Hace mucho calor en Lima, sí... Soy de Perú. He escrito este capítulo mientras iba al trabajo o regresaba a mi casa.

Actualizaré tan pronto como pueda

Pd: NO SE IMAGINAN CUÁNTAS VECES HE PENSADO SI EMILIANO PIERDE LA MEMORIA O NO. AL FINAL DECIDÍ DARLE OTRO CURSO A LA HISTORIA Y NO HACERLA TAN DE NOVELA.

Si el amor no dolieraDonde viven las historias. Descúbrelo ahora