Capítulo XXIV - De tres a cuatro

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Hola mis lectores :3

A veces te encuentras con lecturas tan hermosas que no puedes dejar de leerlas. Y a veces te encuentras tan ocupado que no puedes escribir. Es verdad que me he descuidado muuuucho en mi obra, ya es más de cuatro meses que no escribo.

Empezaré este capítulo sin saber en qué terminará. Sólo les diré que retomaré el flashback en el campamento y no sé si acabará con este capítulo o lo haré mas extenso, depende exclusivamente de sus votos y comentarios jejeje. No es presión, pero me gustan los halagos.

Empecemos.

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Desperté de un transe atado de pies y manos dentro de un bote que se llenaba de agua precipitadamente. Estaba a punto de ahogarme en medio del río y no había rastro de personas cerca. Mi garganta estaba seca y no salía palabra alguna de auxilio, sería mi fin. El bote se sumergía muy rápido y cuando solo tenía la cabeza fuera del agua, escuché como una figura masculina se lanzó al río y nadaba hacia mí.

Nadaba como un profesional contra la corriente y esquibaba hábilmente las piedras y troncos. Su estilo de nado era igual al de mi padre y lo se escuchaba como él.

- Emil, hijo, resiste - me llené de alegría y tranquilidad. Al final de todo no iba a morir ahogado y solo. - No temas, ya casi llego.

Se sumergió por completo y nadó unos metros bajo el agua, su medalla de campeón juvenil no fue en vano, mi padre tenía talento en este deporte. Yo trataba de no hundirme y mantener todo el tiempo la cabeza fuera del agua. De nuevo mi padre salió a la superficie pero algo en él era diferente. Su tamaño era menor y su musculatura como la de un joven de 16 años. La sorpresa se apoderó de mí cuando comprobé que esa nueva imagen era el chico del bus, el mismo que me atacó en el bosque, Vladimir. Inmediatamente perdí fuerzas y me sumergí por completo, el agua llenaba mis pulmones y perdía todo el aire de ellos. El chico llegó a mí y mi cabeza salía a flote.

- Aaaaaah - lo primero que hice fue tomar una gran bocanada de aire y respirar muy agitadamente. Me sentía seco con excepción de mi rostro y no entendía por qué hasta que escuché como Kurt y Justo se aguantaban la ganas de reir a carcajadas. - ¿quién fue? - grité furioso al saber que me habían despertado con un vaso con agua y la evidencia estaba junto a la jarra de plástico vacia que tenía sobre la mesa de noche, la cual compartía con Justo.
- Fue él - ambos se señalaron culpando al otro y echaron a correr a la salida.
- No escapen cobardes - grité mientras bajaba de la cama y me cambiaba de ropa. Escogí una bermuda para los juegos acuáticos de hoy y un polo manga cero color rojo.

Antes de salir reflexioné sobre el sueño, o más bien, pesadilla que había tenido con mi padre y Vladimir. Ayer casi se ahoga mi padre de no ser por ese chico misterioso que se lanzó al río para salvarle la vida. Los enfermeros pudieron reanimarlo, pero tenía que estar en reposo por un par de días para su completa recuperación. Por otra parte, yo me llevé un gran susto y sentía un poco de miedo pensar que podría haber otro accidente como ese. Sin embargo, las actividades programadas por el jefe de los guías, Berto, tenían qur seguir su curso con o sin mí.

Salí disparado con la esperanza de encontrar aún los botes y cruzar el río a tiempo, los tardones tendrían una especie de castigo o sanción. Divisé un bote con tres tripulantes: Antonio, Justo y Kurt. El primero desataba las cuerdas que sujetaban el transporte a la orilla mientras los otros se ponían los chalecos salvavidas. Corrí con mayor prisa por el amplio bosque despejado, Antonio acomodaba los remos y mis amigos hacían señas con las manos. Derrepente tropecé con un pequeño riachuelo, caí de golpe pero mis manos soportaron mi peso y evitaron que mi rostro impactara fuertemente contra un barro recién formado. Aún así mi mejilla derecha se manchó minimamente.

Si el amor no dolieraDonde viven las historias. Descúbrelo ahora