Capítulo 38

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Es increíble como la vida puede cambiar en cuatro años.

Midorima Shintaro, estudiante de medicina con veinticuatro años. Actualmente, vivo con mi hermana en la casa donde nos criamos. Mis padres y mi abuelo se mudaron al centro por razones de trabajo. Aunque hay días, como hoy, donde mi madre nos baja a ver, ya que según ella "No podríamos sobrevivir si ella no nos cocina algo al menos una vez a la semana." A día de hoy, puedo considerar que mi vida no es ni mala ni buena. Sigo saliendo con los chicos, aun sus diversas carreras, todos los domingos quedamos para hacer un partido de baloncesto en la cancha del parque. Sí es cierto, que no volví a hablar con ese azabache en todo este tiempo. Nunca salí con nadie, la sonrisa de Takao siempre estaba en mi cabeza, y sabía que era imposible encontrar a alguien con una sonrisa más hermosa que la de él. Para mí fue imposible substituir nunca a Takao. Soy consciente de que es probable que él ahora este con alguien, quien sabe, a lo mejor hasta está casado con un hijo en camino. Me duele pensar eso, pero tengo que ser realista. Han pasado seis años desde que no nos vemos físicamente, y alguien como él, está claro que no tendrá solo un pretendiente.

-Que fastidio...- Murmuré tumbándome en la cama. Agarré mi teléfono, aun seguía con la esperanza de que algún día, él me enviara de nuevo un mensaje.- Conociendo a Miyaji... Debe estar a punto de llegar.- Desde que sufrí esa "pequeña depresión" Miyaji y Kise venían a verme algunos sábados.

El timbre sonó.

-Lo que yo decía.- Pensé.

-¡Ya voy yo!- Gritó Minori desde abajo.- ¡Nii-Chan! ¡Es para ti!

-¡Ya voy!- Me levanté de la cama, no tenía ganas de ver a nadie hoy.

-¡Es uno de tus ex compañeros de equipo!- Suspiré bajando las escaleras.

-Miyaji, te tengo dicho que no hace falta que...- Dejé de hablar al estar delante de la puerta. Abrí mis ojos tanto como pude, observando la persona que estaba delante de mí, ese cabello negro, esos ojos azules, ese dulce sonrojo, y esa hermosa sonrisa que recordaba todos los días de mi vida.

-Ho-Hola Shin-Chan... Y-Yo... Pasaba por aquí así que pensé en venir a verte.- Sonrió nervioso.

No sabía que había pasado, no sabía porque estaba aquí, pero nada de eso me importaba. Takao volvía a estar delante de mí. No sé en qué momento había empezado a llorar, pero ahora me era imposible dejar de hacerlo. Simplemente, me lancé contra él, volviendo a tenerle entre mis brazos. Ambos caímos al suelo abrazándonos.

-¿T-Takao?- Balbuceé entre lágrimas.

-Hola Shin-Chan.- Takao rió levemente. Empecé a sentir como mi hombro se humedecía, indicando que Takao también estaba llorando. No sé cuánto nos mantuvimos abrazados, intentando hacer que ese calor que tanto necesité durante seis años, volviera a mí. Takao se separó levemente de mí, mirando hacia mi rostro con una sonrisa, mientras con ambas manos limpiaba mis lágrimas.- Moou Shin-Chan no llores. Sabes que no me gusta verte así.- Volvió a reír.

-B-Bienvenido.- Susurré sin dejar de llorar.

-Ya estoy en casa.- Agrandó su sonrisa. Ninguno de los dos lo resistió más, y juntamos nuestros labios. Estoy seguro que ese fue el beso más torpe que nos dimos alguna vez, pero también fue el más necesitado de todos.

-¿T-Tu... Q-Que?- Takao se levantó, tendiéndome la mano para que me levantara junto a él. Tomé su mano, levantándome y así volver a abrazarlo. No necesitaba explicaciones, no por ahora. Me bastaba con saber que Takao volvía a estar en mis brazos.

-¿Minori se puede saber que es todo este... ¡¿Kazunari-Kun?!- Nos separamos levemente.

-Ho-Hola Midorima-San.- Takao sonrió, cosa que hizo que yo instintivamente acariciara su mejilla.

¡Por Oha asa!Donde viven las historias. Descúbrelo ahora